viernes, 11 de noviembre de 2011

El sueño más maravilloso de mi vida

Hace un par de días me desperté de lo más feliz porque había tenido el mejor sueño de toda mi vida. Me encontraba de viaje, acompañada de mi Sacrosanta Abuela (QEPD) y por alguna razón yo sabía que estábamos en Guatemala. Lugar que sobra decir, jamás he visitado (más que en sueños).

Llegábamos a una especie de choza hecha de madera y tarro, de esas que abundan en el camino a La Marquesa donde venden quesadillas, sopa de médula, conejo al horno, mixiotes. Bueno, ustedes saben. 
Los rayos del sol mañanero se filtraban por enmedio de las tablas que hacían de paredes.

Cerca de la entrada había una gran mesa con un mantel plastificado en color rojo y con frutas y vegetales gigantes estampados en él. Conté al menos cinco cazuelas de barro enormes cuyo contenido no pude distinguir, y cazuelas más pequeñas con diferentes colores de salsas. Sobre un plato estaban servidos una pirámide de chiles jalapeños rellenos de queso y con salsa verde cubriendo de la mitad a la punta de ellos. Sin capear.

Esto es extraño porque generalmente, este platillo con chiles rellenos no se sirve con salsa verde, pero en fin. Quién soy yo para sacar de su error a mi subconsciente y sus extraños gustos?

Luego, ocupadas cerca del fogón había al menos tres señoras vestidas con trajes tradicionales (o lo que yo pensaba lo eran) y dos trenzas cayendo sobre sus hombros. Mi abuela se acercaba a ellas y les entregaba en un platón unos sopes con salsa roja y queso encima diciendo algo así como éstos eran sopes mexicanos. Al parecer esto se trataba de un Concurso de Antojitos!! Y claro, así como era de buena mi abuela para la cocina, no se iba a quedar atrás ni se iba a dejar intimidar por la comida guatemalteca. 

Así que ni tarda ni perezosa yo empezaba a degustar sopes de todo tipo, chiles rellenos y "a saber" qué más delicias que estaban a mi disposición porque claro, alguien debía de fungir como juez.

Pude sentir como literalmente, le encajaba el diente a un suave y cálido sope, pude oler la salsa molcajeteada y sentir la textura y el sabor del queso fresco. Estaba a punto de pedir una servilleta para limpiar el exceso de salsa que se resbalaba por mi muñeca cuando...

Maldito despertador!!!

Dígame usted, estimado lector, si no fue el mejor sueño de mi vida.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

me uno al sentir..

sin duda la comida del hogar es la mejor

Anónimo dijo...

Hola. A la mejor era un aviso de las delicias que podrias disfrutar por el trabajo que ya venia. Y a esa hora para que al sonar el despertador, lo puedieses recordar lo mas claro posible.

Saludos

Anónimo dijo...

Y mas aun, a la mejor tu abuelita te dio una ayudadita para conseguir ese trabajito.

Saludos