Cuando uno es joven, inexperto e inmaduro, el mar se nos hace poca agua para echarnos un buche; o como quién dice, pensamos que todo es fácil y que nos merecemos todo. Que los demás existen sólo para consentirnos, apapacharnos, pasearnos, mantenernos, y entretenernos. Y eso lo aplicamos tanto en la casa, como en la escuela y en las relaciones de pareja.
Yo fui una cabrona de primera, y la verdad, ahora sí me da penita reconocer que fui supermegaojete y pasada de lanza. Si escribo esto es porque la vida se encarga de ponerte en tu lugar a punta de chingadazos; y así como tú tratas a los demás serás tratado. Tuve galanes que me quisieron mucho en su momento pero que yo no lo supe ver. Estaba en una época de diva donde no aguantaba una sonrisa a medias, ni una mirada a destiempo y mucho menos un tono de voz golpeado. Los demás estaban ahí para adorarme como a un ídolo y al que no le gustara pues se podía largar.
Obvio, con esas actitudes sacaba de quicio hasta al más lindo de los hombres que se me acercara y yo terminaba mandándolos al diablo porque "no me merecían". Y sí, no merecían a una cabroncita que se sintiera parida por Zeus, que los cambiara a la primera por alguno más menso que le aguantara los primeros dos berrinches y así.
Hasta que me encontré a la horma de mi zapato, me enamoré y entonces sí, la cabroncita se convirtió en corderito que a todo decía que sí sin chistar ni rezongar, la novia buena onda que todo comprendía, que no reclamaba por esperar 3 horas a que pasaran por ella, etc. Obvio, tampoco funcionó esa relación pero aprendí a tratar de encontrar el punto medio.
La vida, te enseña a punta de madrazos y el que no aprende a la primera está destinado a repetir la lección.
Gracias, Fer, por no odiarme.
Yo fui una cabrona de primera, y la verdad, ahora sí me da penita reconocer que fui supermegaojete y pasada de lanza. Si escribo esto es porque la vida se encarga de ponerte en tu lugar a punta de chingadazos; y así como tú tratas a los demás serás tratado. Tuve galanes que me quisieron mucho en su momento pero que yo no lo supe ver. Estaba en una época de diva donde no aguantaba una sonrisa a medias, ni una mirada a destiempo y mucho menos un tono de voz golpeado. Los demás estaban ahí para adorarme como a un ídolo y al que no le gustara pues se podía largar.
Obvio, con esas actitudes sacaba de quicio hasta al más lindo de los hombres que se me acercara y yo terminaba mandándolos al diablo porque "no me merecían". Y sí, no merecían a una cabroncita que se sintiera parida por Zeus, que los cambiara a la primera por alguno más menso que le aguantara los primeros dos berrinches y así.
Hasta que me encontré a la horma de mi zapato, me enamoré y entonces sí, la cabroncita se convirtió en corderito que a todo decía que sí sin chistar ni rezongar, la novia buena onda que todo comprendía, que no reclamaba por esperar 3 horas a que pasaran por ella, etc. Obvio, tampoco funcionó esa relación pero aprendí a tratar de encontrar el punto medio.
La vida, te enseña a punta de madrazos y el que no aprende a la primera está destinado a repetir la lección.
Gracias, Fer, por no odiarme.
2 comentarios:
bien dicen que hay algo llamado karma, y estoy totalmente convencida de ello.
Saludos!
Hay que tener siempre un sano autoestima, se puede ir por la vida sintiéndose la futura ganadora del Nobel pero siempre que no se lastime a nadie más.
Al menos ese es mi criterio.
En la juventud se hacen estupideces, si te contara las que he hecho y me faltan por hacer. Pero he aprendido algo de cada una de ellas.
Bien dice Diarnal, el bendito/maldito Karma siempre te encuentra.
Besos.
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