He estado pensando en cómo escribir esto durante todo el fin de semana y ahora que estoy frente al teclado no sé cómo empezar. Durante mucho tiempo descarté las letras como un canal por el cual expresar mis sentimientos / pensamientos hasta que encontré este blog, no hace mucho. Me ha servido para reflexionar, aclarar mis ideas y para sentir alivio cuando he necesitado manifestar mis estados emocionales.
Hoy escribo sintiéndome un emo. Sintiendo una tristeza inmensa, profunda y oscura. He pasado antes por situaciones de pérdida y duelo, pero debo confesar que ninguna se parece a ésta. He pasado de la sorpresa, a la resignación en tres días, pasando por la estupefacción, la negación, la impotencia, la desesperación y el abatimiento total. Hasta alcanzar el simple estado de tristeza en el que me encuentro ahora.
El bebé que con tanta ilusión esperaba, ya no será. Lo perdí. La naturaleza detuvo el proceso y no hay nada qué hacer. La doctora dice que no ha sido mi culpa, que estas cosas pasan, que ha sido un accidente. Quiero pensar que es cierto. Que todo ha sido voluntad divina; pero si esto es cierto, aún sigo buscando el porqué.
He encontrado en mi pasado razones suficientes para que Dios me haya quitado esta ilusión justo ahora que más feliz era. Una lista interminable de causas probables ha invadido mi mente y me ha quitado el sueño. Sé que algunas de mis decisiones han sido incorrectas, pero al final, es lo que me hace estar donde estoy ahora, no? Habrá valido la pena el sacrificio? Será sólo una prueba? Será que quiere probar mi fe? Será que es mi karma?
Hace 15 años tuve un aborto. No me enorgullezco de eso, pero tampoco ha sido un motivo para flagelarme con el recuerdo. En su momento sentí que era la decisión adecuada. Que mis estudios y mi futuro eran más importantes que todo. Jamás volví la vista atrás. Jamás volví a pensar en eso. Hasta ahora. Tal vez Dios piensa que si alguna vez rechacé a ese angelito, ahora me toca sentir la pena del rechazo, de la pérdida, en la misma situación, aunque en un contexto diferente. Seguro sabiendo esto, algunos pensarán que me lo merezco, y seguro algunos tendrán razón.
No quiero entrar en detalles, pero esto todavía no ha acabado, me espera una semana difícil, y estoy preparándome para ella. No tiene caso seguir pensando en el hubiera; sólo me queda sobreponerme lo más pronto posible, y seguir con mi vida. Siempre he sido una persona feliz, a pesar de las adversidades, a pesar de las tristezas y de los golpes que me han tocado. No quiero cambiar ahora. Estoy convencida de que Dios sabe porqué pasan las cosas y no soy quién para cuestionar su voluntad. Conozco cómo es él conmigo, y sé que saldré adelante de esto con su ayuda. Aún tengo mucho qué agradecerle: mi esposo, mi salud, mi hermosa familia y mis queridos amigos a los que he dejado fuera de esto porque no estoy lista para platicarlo particularmente. Espero comprendan.
A veces la tristeza viene acompañada de coraje, de impotencia, de desesperación y deseos de venganza. No es mi caso, hoy sólo siento una enorme e infinita tristeza, pero sólo eso: tristeza.
Hoy escribo sintiéndome un emo. Sintiendo una tristeza inmensa, profunda y oscura. He pasado antes por situaciones de pérdida y duelo, pero debo confesar que ninguna se parece a ésta. He pasado de la sorpresa, a la resignación en tres días, pasando por la estupefacción, la negación, la impotencia, la desesperación y el abatimiento total. Hasta alcanzar el simple estado de tristeza en el que me encuentro ahora.
El bebé que con tanta ilusión esperaba, ya no será. Lo perdí. La naturaleza detuvo el proceso y no hay nada qué hacer. La doctora dice que no ha sido mi culpa, que estas cosas pasan, que ha sido un accidente. Quiero pensar que es cierto. Que todo ha sido voluntad divina; pero si esto es cierto, aún sigo buscando el porqué.
He encontrado en mi pasado razones suficientes para que Dios me haya quitado esta ilusión justo ahora que más feliz era. Una lista interminable de causas probables ha invadido mi mente y me ha quitado el sueño. Sé que algunas de mis decisiones han sido incorrectas, pero al final, es lo que me hace estar donde estoy ahora, no? Habrá valido la pena el sacrificio? Será sólo una prueba? Será que quiere probar mi fe? Será que es mi karma?
Hace 15 años tuve un aborto. No me enorgullezco de eso, pero tampoco ha sido un motivo para flagelarme con el recuerdo. En su momento sentí que era la decisión adecuada. Que mis estudios y mi futuro eran más importantes que todo. Jamás volví la vista atrás. Jamás volví a pensar en eso. Hasta ahora. Tal vez Dios piensa que si alguna vez rechacé a ese angelito, ahora me toca sentir la pena del rechazo, de la pérdida, en la misma situación, aunque en un contexto diferente. Seguro sabiendo esto, algunos pensarán que me lo merezco, y seguro algunos tendrán razón.
No quiero entrar en detalles, pero esto todavía no ha acabado, me espera una semana difícil, y estoy preparándome para ella. No tiene caso seguir pensando en el hubiera; sólo me queda sobreponerme lo más pronto posible, y seguir con mi vida. Siempre he sido una persona feliz, a pesar de las adversidades, a pesar de las tristezas y de los golpes que me han tocado. No quiero cambiar ahora. Estoy convencida de que Dios sabe porqué pasan las cosas y no soy quién para cuestionar su voluntad. Conozco cómo es él conmigo, y sé que saldré adelante de esto con su ayuda. Aún tengo mucho qué agradecerle: mi esposo, mi salud, mi hermosa familia y mis queridos amigos a los que he dejado fuera de esto porque no estoy lista para platicarlo particularmente. Espero comprendan.
A veces la tristeza viene acompañada de coraje, de impotencia, de desesperación y deseos de venganza. No es mi caso, hoy sólo siento una enorme e infinita tristeza, pero sólo eso: tristeza.
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