viernes, 6 de febrero de 2009

De cómo empezó todo... (Episodio 10)

Había olvidado por completo, con tantos cambios y con tantas cosas nuevas en mi vida, que tenía un boleto redondo para un fin de semana en Vallarta. Lo compré hacía meses pensando en caerle de sorpresa a mi hermana y aprovechando la excelente tarifa que me había ofrecido Aeroméxico en ese entonces.

Nunca había salido de viaje sola (en Vancouver no me la había pasado muy solita que digamos) y me daba cosa hacerlo ahora. No era miedo, pero era un sentimiento un poco contradictorio. Por un lado, era excitante porque no tenía que estar a expensas del criterio de alguien más para ir a tal o cual lado, pero por otro, me sentía un poco patética pensando que iba a comer sola, que pasearía por la playa sola, que me sentaría en el avión sola, que dormiría sola en una habitación de hotel, etc. Intenté entre mis amigos encontrar a alguien que quisiera ir conmigo pero nadie pudo, así que pues ni modo de dejar perder el boletito. Mi mamá tan sabia como siempre me dijo que me fuera, que necesitaba estar a solas conmigo misma y que disfrutara del sol y el mar.

Me lancé un viernes en el último vuelo del día. Llegué a Vallarta casi a media noche y tomé un taxi que me llevó a mi modesto hotel. Estaba en la zona vieja del pueblo. Era muy sencillito y las camas no eran las más cómodas y el personal era lo mínimo servicial y atento que yo podía esperar en ese caso pero al menos, podía dormir tranquila esa noche.

Mi fin de semana ahí transcurrió tranquilo. Me la pasaba recorriendo el malecón, mojándome los pies en el mar y tomándole fotos a todo lo que se me cruzaba. Intentaba recordar lo que Mi sis me decía de aquél bar o aquél restaurante en un primer piso con vista al mar. La brisa hacía un desmadre con mi cabellera (corta) mientras mi mente trataba de poner orden a los acontecimientos pasados y a los recientes. Ahí tomé la decisión de no volver a llorar nunca más, de mirar sólo para adelante y de darme la oportunidad de ser feliz conmigo y con mis experiencias, que al fin y al cabo, era todo lo aprendido -a base demadrazos- lo que me hacía ser la mujer que era.

Mi amiga Chule me había recomendado ir a Punta Mita y me dio las indicaciones de qué camión tomar en dónde y todo. No está tan cerca de Vallarta como yo esperaba pero el viaje en el guajolojet valió la pena. Comí en un restaurancito donde el mesero no dejó de coquetearme en toda la tarde, y me asoleé a gusto mirando el mar y a un niño que jugaba a recoger conchitas o piedritas, o las dos, justo enfrente de donde yo estaba. Así que para no perder la costumbre de fotografiarme los pies, fue que tomé La Foto, sin saber el significado que adquiriría después.



Mis pies en Punta de Mita, México.

3 comentarios:

dianarl dijo...

y que significado adquirio despues?
y el extranjero?
y Mr. D?
aaaaaaaaaay es que ya quiero saberrrrrrrrrrrrrrr

Anónimo dijo...

recuerdo que una vez me toco ir solo a Vallarta, era la boda de mi jefe de ese entonces y me la pase muy chido yo solo.

Nayid dijo...

Ya me estoy poniendo como Diana, quiero saber!!
Besos.