jueves, 5 de febrero de 2009

De cómo empezó todo... (Episodio 9) La llamada

Dudé por un segundo si había sido buena idea darle mi número pero ya lo había hecho, así que ya no había marcha atrás. Mi curiosidad era más grande que cualquier reserva que pudiera tener. Ahora lo que me preocupaba era si yo sería capaz de entenderle por teléfono. Y es que aunque estudié inglés toda mi vida, cuando tienes poca oportunidad de hablarlo, el nervio hace que se te trabe la lengua. Aunque el viajecito a Vancouver había sido corto, me ayudó enormemente para perder el miedo escénico y para que mi oído (y mi cerebro) se acostumbrara al idioma ajeno.

Era sábado a mediodía cuando el teléfono sonó. Yo ya sabía quién estaba del otro lado de la línea. La primera impresión fue que tenía una voz cálida, que estaba tan nervioso como yo y que por momentos ninguno de los dos sabía qué decir. Peor que adolescentes. Recuerdo las maripositas en la panza y el rubor en mis mejillas. Me había sonrojado de escucharlo! Sí, ya sé que suena muy cursi pero estaba muy emocionada. Repito, nunca imaginé hasta qué grado mi vida cambiaría, y el asunto apenas estaba empezando.

Hablamos casi una hora y no me pregunten acerca de qué porque no lo recuerdo. Sólo sé que las llamadas se hicieron frecuentes, y que lo que siguió fue que ya estaba confirmadísimo que iría a México en sus vacaciones. Los datos del vuelo y demás me los enviaría por mail. Él esperaba conocerme en persona y que al menos, nos viéramos un par de veces, si es que mi trabajo me lo permitía.

Y claro, yo le había dicho que no podía pedir días libres porque apenas estaba empezando, y esto lo hice con doble intención. Una, si no me gustaba o se portaba pesado cuando lo conociera, tendría una excusa para no volverlo a ver, y la segunda era, que llegado el momento no reclamara mi falta de atención si es que no podía verlo tan seguido como él (o yo) o ambos quisiéramos.

Aunque sólo estábamos en plan de amigos yo sabía que si no me gustaba físicamente o si le encontraba algún punto desagradable, esto no proseguiría. Yo estaba un poco harta de buscar y no encontrar, de dar y no recibir y de aguantar peleles que pensando que por no tener galán yo andaba urgida, necesitada y/o desesperada por levantarme cualquier garra. No era el caso.

De hecho, para esos momentos yo estaba ya más optimista. El mundo había dejado de ser gris y empezaba a volver a disfrutar los fines de semana en casa, de los maratones de La Ley y El Orden, Dr. House y CSI. Mi sis había vuelto a la ciudad, con un bronceado esplendoroso y muy contenta de haberse tomado unas merecidas vacaciones: porque ese trabajo no era trabajo, era pura fiesta, cervecitas y tardes en el malecón de Vallarta (pobrecita!). En fin, que yo ya tenía con quién echarme en el sofá a desentrañar los misterios de los programas detectivescos.

Volviendo a la llamada, después de colgar fue cuando me dí cuenta de que hablaba mejor inglés de lo que yo pensaba; y de que él a pesar de ser europeo, no tenía el acento británico que yo me imaginaba. Todo había salido bien, pero ahora me estaba cosquilleando la idea de verlo por primera vez en el Aeropuerto.

2 comentarios:

Kena Siu dijo...

mmmm muy interesante!!...cursi?, a quien le importa, lo importante es lo que sentiste tu.
Y te dejo xq tengo q hacer comida y se me hace tarde por estarte leyendo jeje. Saludos!

dianarl dijo...

coincido con Kena Siu
who cares!!!
:D
y es Mr. D?????
por que luego si no es Mr. D
me infarto eeeeeh
jajajajaja
ya ya ya andaleeee
acaba de una vez
no puedo con esta agonia cuantas partes van a ser?
para irme haciendo a la idea jejejej
Saludos!