viernes, 17 de octubre de 2008

de lo que es un sueño raro...

O más bien un sueño un poco triste. Soñé a mi SS Abuela. Sí, la misma que falleció hace ya diez meses. La misma que me dio dos buenas tundas en mi vida, la misma que me hacía de comer los platillos más ricos que he comido, la misma que me cantaba la canción de "El Conejo Blás" antes de dormir, la misma que me enseñó esos secretos culinarios que ahora son las delicias de Mr. D. Ella. La María que todo el mundo respetaba, a la que todos querían, y a la que muchos temían por su carácter fuerte. Esa que tenía complejo conspiracionista (se dice así?) y la que pocas veces confiaba en la gente, o más bien en los hombres ajenos a su familia, incluyendo yernos (jojojo). El caso es que la soñé.

Estaba yo de pie frente a una puerta y alguien me decía que entrando a esa habitación encontraría los cuerpos de mis abuelos. Cómo es posible eso si Cristóbal falleció hace más de quince años, pensé. Entré y vi dos cuerpos colocados de manera transversal a mí, tocándose las cabezas y los pies hacia afuera... Me explico? No? Pues ni modo, no sé cómo describirlos. El cuerpo de lado derecho estaba cubierto por una sábana blanca y el de lado izquierdo no. Podía ver los colores de su ropa, algo rojo, algo blanco y algo negro. Nada específico.

Avancé y en eso pude ver que el cuerpo de lado izquierdo se incorporaba un poco. Era ella, con el cabello entrecano y su cara redondita. Lucía como cuando era más joven y estaba sana. Vi sus ojos mirándome y su boca sonreía. Alzó su mano y me acarició la mejilla mientras me decía "Siempre has sido una buena niña". Miré hacia el otro cuerpo pensando que era mi abuelo. No era él, era también María, pero su pelo era totalmente blanco, su piel tan pálida como cuando agonizó en mis brazos, trataba de incorporarse pero no podía. Se veía débil y sus ojos apenas abiertos me miraban, y sus labios querían sonreír sin éxito.

Me desperté llorando. Eran las 5:30 am.

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