de lo que tengo que aguantar...

Yo no entiendo porqué algunos de mis amigos cuando les digo que acá hace mucho frío me dicen que me envidian. Que adoran el frío y que lo prefieren mil veces al calor. Yo estoy totalmente en desacuerdo. Cuando les digo que nevó o está a punto de, me dicen "ay! qué padre!".

Amigos míos, les digo que no es padre, no es romántico y tampoco tienen qué envidiarme. Uno de ellos me dijo incluso que se la pasaría "empiernado" todo el día. Lo malo es que uno tiene que salir de casa ya sea al trabajo, a la escuela o al super a comprar la despensa. Sí, como dicen: qué bonito es ver llover y no mojarse. Pero cuando tienes que esperar el camión más de diez minutos en el puto frío, con un viento que parece que te va a partir la cara en dos y que si no fuera por el gorro que traes en la cabezota ya se te hubieran desprendido tus orejitas, no es padre. Que en cuanto salgas de la cama sientas el cambio de temperatura, que el único momento del día en que estás realmente calientito es mientras estás bajo la regadera; que tomes un tenedor y parezca que lo acabas de sacar del refri no es nada lindo, que al ir por la calle tengas que fijarte que no pises el agua congelada que se encharcó en la banqueta o te puedes dar el super madrazo de tu vida no es divertido.

Estoy harta del frío y de no ver el sol y de que empiece a oscurecer a las cuatro de la tarde. Mr D y yo ansiamos locamente que sea abril para tomar el avión que nos lleve a México para disfrutar de unas merecidísimas vacaciones en tierras jarochas o defeñas o yucatecas o Dios dirá dónde. Tal vez no son tan merecidas pero me vale madres, ya quiero ir a aplastarme en una hamaca y a echarme unas kekas con salsa verde y un agua de jamaica. Quiero ver el sol y andar en shorts y chanclas en lugar de los dos suéteres y las botas con peluche que traigo ahorita.

Pero ni modo, tengo que aguantarme como las machas porque ya no puedo decirle a Mr D que dice mi mamá que siempre no. Lo que uno hace por amor, caray.