viernes, 24 de octubre de 2008

de la difícil relación padres-hijos...

He mencionado en ocasiones anteriores lo difícil que llegué a ser cuando era adolescente. Mi carácter de tímido cambió a extrovertido, de tranquila a agresiva, de responsable a valemadrista, de callada a rezongona y de niña de casa a escuincla pata de perro. No puedo decir que siempre tuve buena comunicación con mi madre porque había temas que no se platicaban en casa. El sexo, las drogas y el rocanrol nunca se mencionaron.

En esa etapa cuando aprendes más de lo que te dicen tus cuates de la escuela que los profesores, de cuando empiezas a descubrir que el mundo no es como te lo pintaron tus padres y de que omitieron decirte muuuuchas cosas. Los falsos amigos y los nuevos "amigos" estaban a la orden del día; fiestas, pintas, reuniones con fines oscuros y lo que eso conlleva empezaron a ser objeto de mi atención. No voy a entrar en detalles pero me volví un ente ajeno a mi propia familia.A eso había que sumarle el rencor que sentía por la falta de atención que "El picudo" demostraba hacia nosotras, la ausencia de mi madre debido a su trabajo absorbente, y la diferencia de edades entre mi hermana y yo. Nadie me comprendía y por lo tanto, todos estaban en mi contra.

Yo pensaba que era "obligación" de mis padres acercarse a mí y preguntarme qué me pasaba pero cuando ellos lo intentaban yo terminaba azotando la puerta. Obvio, mi mamá se hartaba y mi papá... bueno... mi papá no podía hacer gran cosa si yo no me aparecía por su casa en un año. Total, que ellos nunca se acercaron y yo tampoco lo hice. No daba pie a que nadie (de mi familia, obvio) husmeara en lo más recóndito de mis pensamientos/sentimientos pero eso sí para mis amigos yo era un libro abierto.

Ahora estoy viendo que esa dinámica no es exclusivamente personal. Les pasa a todos, tarde o temprano. Los hijos sólo entendemos a los padres cuando nos volvemos padres también. Yo todavía no lo soy pero creo que estoy en el punto de poder comprender a las dos partes. Sigo siendo joven y por lo tanto entiendo que para los aún más jóvenes que yo, a veces es más importante visitar a los cuates, irse de fin de semana con ellos, ir a comer con la ex-novia o el free, antes que pasar un día con el papá o la familia del papá. Ese papá que no vive con nosotros y que creemos tiene la "obligación" de darnos dinero para la escuela, de comprarnos la lap, de irnos a dejar y/o recoger a deshoras, de comprarnos el equipo caro que necesitamos en la universidad y de además entender cuando tenemos la agenda llena.

Y los padres dicen algo así como "yo ya intenté acercarme pero no se deja; él me necesita más de lo que yo a él, así que ya me buscará". Entiendo el porqué de la reacción pero tampoco estoy de acuerdo. Cualquier tipo de relación necesita de dos partes para que funcione. Para empezar estoy en contra del término obligación; si estás con alguien es porque quieres estar, no porque es tu hijo o tu papá. Luego, Roma no se hizo en un día, hay que trabajar todos los días para que una relación salga adelante y en buenos términos. Hay días buenos y hay días malos, no siempre estamos de humor y a veces nos gana el enojo y decimos cosas hirientes de las que después nos arrepentimos, pero creo que el amor de un padre hacia su hijo es incondicional y tarde o temprano se hacen a un lado los orgullos y se puede entablar la confianza.

Es muy fácil echarle la culpa al otro: "él no me visita", "él no me llama", "él sólo me llama para pedirme dinero", "él siempre me reclama porque no le llamo seguido", "él tiene que mantenerme hasta que yo pueda trabajar"; "él tiene que aguantarse porque yo pago su comida"... No, no, no! Así no son las cosas. Papá: no creas que porque necesitan tu lana van a aguantar tus reclamos. Hay algunos gallitos que prefieren trabajar-de-lo-que-sea (loquesea) antes de seguir aguantando tus jetas. Hijo: no creas tampoco que es su obligación mantenerte, lo hacen porque te aman a pesar de tus esporádicas visitas y tu preferencia por los amigos antes que por la familia. No hay pedo.

Aquí lo que no hay que perder de vista es que si esta relación no sale avante ahorita cuando son jóvenes adultos, menos sucederá cuando sean adultos-adultos y la vida, el estrés, el trabajo y la falta de costumbre a la cercanía, los vuelva objetos satélite de los cuales nos enteramos de lo que viven gracias a terceros. O cuando a los padres nos gane la nostalgia que trae la vejez y nos arrepintamos por no haber hecho algo cuando pudimos y demos más lástima que alegría. Recuerden que el tiempo perdido no se puede recuperar, pero lo que sí se puede hacer es dejar de seguir perdiéndolo.

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