viernes, 18 de julio de 2008

de lo que es discriminación...


Viviendo en un país como el mío durante tanto tiempo, me di cuenta de que los mexicanos tendemos a discriminar a cualquiera que sea diferente a nosotros. Desde que somos pequeños nuestros padres nos empiezan a enseñar a categorizar primero, y a segregar después. Por ejemplo, si un pequeño quiere algo como un perro pero los papás OBVIO no lo van a comprar dicen algo así como: "no, bebé, ese está feo, mejor luego te compramos otro que esté bonito". Cuando estamos en nuestros primeros años de escuela, no nos "juntamos" con los burros (a menos que seamos uno); o con los que se portan mal, o con los ñoños, o con los inteligentes, o con los que llevan sandwich, o con los que no llevan, etc; Cualquier pretexto es bueno para discriminar a alguien.
Por ejemplo, cuando yo iba en sexto de primaria, a mí me discriminaban por flaca. Sip, yo era flaca tilica y eso en mis tiempos, para una chica tímida como yo lo fui y con compañeritos pre-púberes, era toda una desgracia. Además yo era de las "inteligentes" y por consiguiente ñoña, fresa y aburrida.
Cuando pasé a la "secu" eso no cambió mucho y me perdí de muchas fiestas en las que digamos... no fui requerida. Después yo era de las fresas que no tomaban ni fumaban. En la prepa me discriminaron por llevar buen promedio, por tener novio y por practicar un deporte (WTF!). Alguna vez me discriminaron por ser morena, por ir en la escuela donde iba y por vivir donde vivía. En la Universidad era segregada por ser "fashion" y por ser materialista (^_^), por ser una de las pocas que ya tenía chamba y por gustarme salir de antro. Después, en mi vida profesional, fui discriminada por ser muy joven, por ser nueva, por llevarme bien con la gente, y por ser mamila; por no saber andar en metro, por saber más inglés que muchos que ya llevaban años en la empresa, por no quedarme callada y por caerle bien al jefe de jefes.
En fin, siempre estamos al pendiente de las diferencias de los demás para colgarles etiquetas y alejarnos lo más pronto posible. La mayoría de las veces juzgamos a alguien por su mera pinta, antes de darle la oportunidad de que abra la boca. Que si es moreno, que si es chaparro, que si mira qué carro trae, que si su cabello es lacio o chino, o que si dónde vive, que si esos zapatos, que si es judío, musulmán o ateo, que si le gusta RBD o el pasito duranguense, que si anda en micro o vive con su mamá, que si es morado, azul o verde, que si le va al américa, que si es naco, que si es mamón, que si es gay... y un largo etcétera.
En este pueblo donde ahora vivo, hay gente de todos tamaños, colores y sabores. Gente de diversas religiones y múltiples idiomas. Gente que le reza a más de un dios, y que se viste con colores brillantes, mujeres que siempre traen tapada la cabeza y el cuerpo y no les ves más que la cara y las manos, niños con cabello super rizado, y hombres que usan faldas largas como sus barbas, en lugar de pantalón. Y nadie dice nada, ni hablan bajo cuando pasan, ni se cruzan la calle cuando se los encuentran a media noche.
Creo que yo soy la única que se les queda mirando pero no por criticar (como en mi bendito méxico) sino porque no estoy acostumbrada a ver gente tan diferente en un mismo lugar. Y eso me maravilla. Aquí nadie me ha discriminado por ser latina, por hablar con acento, y por comer pizza con catsup o porque me guste la coca-cola. Aquí soy sólo un ser humano más. No es hermoso???

[y sin embargo, sigo extrañando mi colorido México]

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