Nunca he tenido la oportunidad de estar atada a cosas materiales. Debo decir que nací en cuna de oro, pero eso no duró mucho ya que la riqueza (y la tranquilidad) se fueron cuando se fue mi abuelo. Después de eso, la familia ha tenido que luchar todos los días por "hacerse" de una vida mejor y de tranquilidad emocional. Parece mentira pero en mi historia, una ha estado siempre en relación a la otra. Recuerdo que cuando era niña escuchaba a mi madre quejarse mientras dormía. Ella, obvio, no lo recordaba al día siguiente. Después me di cuenta que se quejaba cuando estaba estresada por las colegiaturas o por la siguiente boleta de empeño. En cuanto pude la saqué de trabajar y pagué todas las deudas. Es posible pagarle a una madre lo que hace por uno a lo largo de nuestras vidas? No lo sé. Pero yo hice lo que pude cuando pude hacerlo. Desde entonces, al menos, tengo la satisfacción de que aunque no somos ricos, mi madre ya duerme tranquila.
Cuando empecé a tener "mis" cosas, mi dinero, mi celular, mis tarjetas, unos infelices se encargaron en dos ocasiones, de llevarse mis pocas pertenencias y dejarme sólo deudas. Fueron recordatorios muy fuertes de que NADA es mío. Todo es prestado, como decía mi abuela. Sólo nos vamos a llevar lo que nos comemos, lo que nos bebemos y lo que viajamos; yo añadiría también, lo que nos divertimos. Con la plena consciencia de que nada es mío, y me refiero meramente a lo material, caigo en la cuenta de que lo único que permanece ahí es mi familia. Mi madre, mi hermana, mi padre, mis hermanos. Ahora mi esposo, y mi hijo. Y aún así sé que sólo Dios decidirá hasta cuando esté yo con ellos o ellos conmigo.
Sólo puedo decir con seguridad que ellos son míos, y no porque sean de mi propiedad, sino porque YO soy parte de ellos. Ese pensamiento me acompañó la noche anterior. Ver a mi esposo a mi lado en la cama, y saber que mi hijo reposa y crece y se nutre en mí y de mí me hace inmensamente feliz. El compartir mi vida con seres que amo, y aunque esté lejos, la plena confianza de saber que sigo siendo parte de ellos y de su vida me hace sentir satisfecha. Los extraño horrores. Y sin embargo, cada día encuentro algo en qué entretenerme, algo en qué pensar, algo qué escribir, algo que reflexionar.
Los míos, o la gran mayoría, se encuentran del otro lado del océano, y yo aquí sigo pensando que ellos son eso "los míos", los amados, los entrañables, los más queridos. En esta categoría incluyo a mis amigos, a quienes yo creo que son los hermanos que tú eliges, o los ángeles que Dios te manda cuando más lo necesitas. Ellos también son míos, porque han decidido compartir su amistad y su cariño, sus festejos y sus tristezas, sus secretos y sus locuras, conmigo; y yo con ellos.
Y a propósito de lo que es mío, les dejo esta canción.
Cuando empecé a tener "mis" cosas, mi dinero, mi celular, mis tarjetas, unos infelices se encargaron en dos ocasiones, de llevarse mis pocas pertenencias y dejarme sólo deudas. Fueron recordatorios muy fuertes de que NADA es mío. Todo es prestado, como decía mi abuela. Sólo nos vamos a llevar lo que nos comemos, lo que nos bebemos y lo que viajamos; yo añadiría también, lo que nos divertimos. Con la plena consciencia de que nada es mío, y me refiero meramente a lo material, caigo en la cuenta de que lo único que permanece ahí es mi familia. Mi madre, mi hermana, mi padre, mis hermanos. Ahora mi esposo, y mi hijo. Y aún así sé que sólo Dios decidirá hasta cuando esté yo con ellos o ellos conmigo.
Sólo puedo decir con seguridad que ellos son míos, y no porque sean de mi propiedad, sino porque YO soy parte de ellos. Ese pensamiento me acompañó la noche anterior. Ver a mi esposo a mi lado en la cama, y saber que mi hijo reposa y crece y se nutre en mí y de mí me hace inmensamente feliz. El compartir mi vida con seres que amo, y aunque esté lejos, la plena confianza de saber que sigo siendo parte de ellos y de su vida me hace sentir satisfecha. Los extraño horrores. Y sin embargo, cada día encuentro algo en qué entretenerme, algo en qué pensar, algo qué escribir, algo que reflexionar.
Los míos, o la gran mayoría, se encuentran del otro lado del océano, y yo aquí sigo pensando que ellos son eso "los míos", los amados, los entrañables, los más queridos. En esta categoría incluyo a mis amigos, a quienes yo creo que son los hermanos que tú eliges, o los ángeles que Dios te manda cuando más lo necesitas. Ellos también son míos, porque han decidido compartir su amistad y su cariño, sus festejos y sus tristezas, sus secretos y sus locuras, conmigo; y yo con ellos.
Y a propósito de lo que es mío, les dejo esta canción.
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