miércoles, 7 de julio de 2010

de lo que es la angustia

Tener un perro ha cambiado mi vida. Radicalmente. Mis quehaceres domésticos han incrementado, así como el tiempo que me la paso en la calle- o más bien dicho en el parque- contrariamente a lo que le ha sucedido a mi tiempo libre que ya no es enteramente mío.

La rutina de Guust tiene pocas variaciones: se levanta, me espera a que me aliste y nos salimos a caminar. En esa caminata yo espero que él haga pipí y popó. Cuando tengo que ir al super o estar fuera de casa por más de una hora, lo llevo directo al parque por lo menos 40 minutos para que aparte de sus necesidades fisiológicas, haga un poco de ejercicio y "socialice" con otros perros (el pedo es que yo tengo que socializar con los papás de esos perros y mi nulo manejo de francés me hace pasar situaciones incómodas), y evitar en lo posible que en mi ausencia, haga berrinches y me deje regalitos apestosos en el piso de la cocina.

Luego, si voy a estar en casa y tengo que dedicarme a mi excitante vida de casada: limpiar, lavar trastes, cocinar; o simplemente, dedicarme a ver El Almohadazo vía internet, pues la caminata mañanera se reduce a una de veinte minutos sin parque.

Hoy, es uno de esos días de quehaceres domésticos y Almohadazo por lo que sólo llevé a Guust al baño y a su vueltecita alrededor de la cuadra y resulta, que seguramente él esperaba poder correr libremente entre flores blancas y oler traseros de otros perros y... después de hacer popó en el baño para perros se echó a correr!!

Ay!! y no conforme con eso, se cruzó la calle con dirección al parque pero decidió no subirse a la banqueta sino irse a mitad de la avenida de doble sentido. Great. Le grité varias veces. La primera volteó a verme y por medio segundo se quedó quieto para después volver a emprender la gran huída.

Yo andaba bien elegante con mis jogging pants de esos que uso para estar en casa y mis sandalitas. Una excelente combinación para sacar al perro a las 10 am pero no para correr detrás de él como una desquiciada. Pfff!!!

Después de una persecución que duró unos veinte metros y sus correspondientes segundos -eternos- el cabrón se detuvo enmedio de dos coches estacionados.

Le metí otro grito, una "mordida" y le puse de inmediato la correa. Nos regresamos a la casa y yo sentía que el corazón se me iba a salir y no quise ni imaginarme lo que hubiera pasado si un camión se lo hubiera llevado de corbata. Fue un susto terrible, una angustia y una culpa por pensar que él es mi responsabilidad y que no lo cuidé correctamente.

Guust siempre sale corriendo después de hacer popó y generalmente, yo me paro a la salida de "el baño" para agarrarlo. Sin embargo, esta vez otro can hizo una caca enorme justo a la entrada por lo que yo tuve que pararme un paso más atrás, dejando la salida prácticamente libre. Y por ahí se me escapó el cabrón!

Así que de ahora en adelante tendré que entrar yo al baño con él porque ni de broma le vuelvo a quitar la correa. Me compraré una máscara de gas o algo porque con el calorcito no les quiero platicar los olores.

En fin, lo que uno tiene que hacer por los "hijos".



Aquí una de las fotos que le ha tomado su "tío" Stefano.

3 comentarios:

Bek dijo...

juaajajajaj amè la foto. Creo que capta la esencia del condenado Guust. Definitivamente una mascota (pero en especial un perro) te cambia la vida, yo digo que para bien. Te dan tanto amor y tantas satisfacciones apoco no?
Suerte con lo del baño perruno, no puede hacer en otro lado y tu llevar tu bolsita y levantar?? se me hace muy guàcala ese sistema.
Suerte y no lo sueltes mas.

Anónimo dijo...

jaja pues abusada con el guust que no sea que te lo vayan a dejar como tortilla

todo es cosa de paciencia y disciplina

yo tenia un perro hace varios años, que cuando le gritaba se volteaba, me miraba y corria mas lejos

le volvia a gritar y a lo lejos de nuevo se paraba, me miraba y corria aun maaaas lejos jajaja

La Negra dijo...

que buena foto!!!! pero asi esss, uno que se preocupa por los animalitos que cuidamos como nuestros hijos o hermanitos, imaginate yo que me preocupo hasta por los que no son mios, jojojo. Pero mira, el susto que pasaste te sirve de experiencia y más si aprendes de él, a mi mejor cómprate una de esas correas que parecen cinta de medir, enrolladas como caracol en una como caja y si aprietas un boton se regresan o se pueden jalar para hacerce mas largas, asi puedes esperar en la entrada sin soltar a tu hijito y que no te de un susto mayúsculo o te desmayes por el olor... suerte