Estimado lector,
Tengo tantas cosas que contarle que no sé por donde empezar. La vida me ha premiado últimamente, con sorpresas afortunadas. No sé qué habré hecho en mi vida pasada, o tal vez es que algo estoy haciendo bien en ésta que Dios me ha recompensado abriendo puertas para mí.
Primero, le quiero contar que en el aspecto laboral, aunque no me subieron ni de puesto ni de sueldo, me han transferido medio tiempo a un centro en Bruselas.
-Pero D, tú ya trabajabas en Bruselas, no?
Teóricamente, sí. Geográficamente hablando, no. El centro donde inicié se encuentra "ajueritas" de la ciudá en un lugar llamado Diegem y cerquitas del Aeropuerto en Zaventem (Al Bati-Googlemaps, Robin!). El centro donde a partir de Marzo colaboro medio tiempo está en el meritito ombligo del shopping district (very nais) de Bruselas, en el barrio de la chic avenida Louiza. Tons, reparto mi tiempo y mi amorssss entre Diegem y Louizalaan, 50-50 para que no se peleen.
Ahora, porqué esto es motivo de felicidad? Pues en primera porque hace ya casi un año que había pedido mi transferencia a otro centro. Esto debido a que el ambiente en el que me encontraba (o me encuentro) se había deteriorado bastante. No es que mi trabajo hubiera dejado de gustarme, es que no soporto a mis colegas. Bueno a una. Y con esa basta y sobra para regalar.
En fin, que empezando medio tiempo en otro lado me da la posibilidad a largo plazo (o tal vez antes, si la crisis lo permite) de poder elegir un día, mi lugar definitivo. Luego, y esto es lo que más pesa en este caso, es que trabajar en este centro era como un sueño que no me atrevía a soñar. Cuando trabajé en México para el Sr. Regus y leí la historia de la compañía, encontré que el primer centro ever se había inaugurado aquí, y yo me pregunté cómo sería trabajar aquí. Y ahora ya lo sé! Es como tachar un punto de mi Bucket List.
Pasé gran parte del año pasado esperando una transferencia que nunca llegó. Luego, por azares del destino me enteré que se había abierto una vacante en un centro donde yo ansiaba trabajar porque ya conocía a mis colegas y me queda a 15 min de la casa y con decepción me enteré que no había sido elegida y que habían contratado a alguien nuevo. En fin, que estuve tristona por esta cuestión por semanas.
Ahora sé el porqué. Bien dicen que Dios no te da lo que quieres porque tiene preparado algo mejor para ti. Lo he comprobado una vez más y no saben qué agradecida estoy. No creo mi suerte. Pero la neta, me lo merezco porque he trabajado durísimo por ello.
-Ay, D! Tú siempre tan modestita.
Pues será el sereno pero creo que lo valgo.
Como si esto fuera poco, ayer me llevé la mejor sorpresa en años. Una amiga querídisima a la que dejé de ver por un estúpido malentendido me envió un mensaje ayer. No saben la emoción al ver su nombre en mi fb messenger. Con el corazón en la garganta y manos temblorosas tomé el celular y empecé a leer. Leí una y dos veces, para comprobar que ella no se había equivocado de destinatario. OMFG!! Se dirige a mí! a mí! Y no sé si a ustedes les haya pasado, como cuando se enojan con su hermana o con alguien a quien han querido demasiado como para seguir enojadas. Todo el amor y el cariño que quise ignorar por 3 años, estaban de nuevo ahí, a flor de piel, al alcance de mi mano y fui tan feliz que no podía escribir de la emoción. Ni sabía qué hacer, ni qué decir. Quería, pero me daba miedo cagarla de nuevo y perderla de nuevo.
-Ay, pinche D! Ya ni la chingas con tanto sentimentalismo.
Usted no me conoce bien, querido lector, pero así como me lee, tengo hartos issues de confianza. A usted le puedo contar todo y estar segura de que todo el mundo se enterará, pero para eso tengo este blog, para que todo el que quiera se entere. Pero hay cosas que (lo siento, tarde o temprano usted se iba a dar cuenta) no pasan por este blog ni de broma, y que jamás compartiría con extraños; ni siquiera con usted que es mi lector de cabecera. Cosas de todos los días, cosas que están en mi corazón y en mi mente y que no digo ni en voz alta porque no vayga siendo que las paredes tengan orejas.
Sip, tengo pedos para confiar en la gente. Y los tengo grandes. No me malentienda, soy buena onda y amigable la mayoría de las veces, pero no tengo muchas amigas. De hecho, las cuento con una mano y me sobran dedos. A lo largo de mis 29 años de vida...
-D, no mames.
Ok. A lo largo de mis 33 años de vida...
-jajajaja! D, ya en serio, no te engañes.
*suspiro* A lo largo de mis 36 años de vida (ya? pinches contentos???) he encontrado 3 almas tan locas y tan disparatadas como para considerarlas mis amigas del alma. Esas que están siempre: en las buenas, en las malas y en las peores; y con suerte, hasta cuando no las necesitas. Esas que saben TODOS mis secretos oscuros y que me han visto en mis peores momentos y que han llorado y reído y bailado y maldecido y bebido y vomitado y muerto en la cruda y renacido conmigo al siguiente día listas para lo que viniera. De esas, estimado lector, encontré dos en México. Una me dejó por circunstancias de la vida y se fue a vivir a otro país sin decirme adiós (me lo merecí por haberle pedido la fe, lo reconozco) y no la he vuelto a ver más que en fotos.
A la otra, la dejé yo por venirme a vivir acá y es mi irremplazable compañera de vida. A ella le debo haber aprendido a disfrutar mi juventud, a atreverme a vivir para mí y a quererme mucho. A luchar y luchar y nunca rendirme y a sacar el mayor provecho de cualquier situación. A ella le debo haber recuperado a mi hermana y ser una mejor persona. Ella no lo sabe pero ella me salvó cuando yo ya me daba por perdida. Mi brújula, mi luz al final del túnel, mi apoyo cuando más madreada andaba por la vida, es ella. Mi irremplazable Miss E a la que siempre llevo en mi corazón y a la que cuento los días para volver a ver. Ya pronto.
Y en la catafixia número tres el destino me puso en el camino y a escasas cuadras de mi casa, a esta mujer y su amistad transparente y entregada y yo a las primeras de cambio lo arruiné. Por tonta e ignorante y pinche traumada (yo y mis issues) le dí la espalda y lo he lamentado cada día por más de tres años. Primero por orgullo, luego por pena y al final por falta de pantalones, nunca envié un mensaje. Nunca fui a tocar a su puerta. Nunca hice nada. Tuvo que ser ella, la que tomara la iniciativa, la que mostrara más humildad y la grandeza de su corazón y yo con agradecimiento y no sin pena, he tomado la oportunidad para recuperar esa amistad que tanta falta me ha hecho todo este tiempo y para aprender que perdonar es cuestión de querer, no de poder.
Gracias, comadre. Mil gracias.
P.D. Tengo gastroenteritis viral y por eso he estado en casa recluída desde el Lunes. Yupi! Tiempo para escribir también tengo.
4 comentarios:
Hola, me dá gusto que vuelvas a escribir (aunque no tan seguido como antes) pero te entiendo, entre el trabajo, la casa y el marido, no queda tiempo para nada, ahora disfruta del tiempo que tienes y deseando mejores de salud.
Saluditos.
¡Qué bueno es leerte otra vez!
Afortunada por contar con esas amistades.
Felicidades por la disciplina en la escritura. Eso la palabra, es eso, irla puliendo y sentir que la sopesaron antes de ponerla ante los ojos del lector y en tu blog se nota.
Que te recuperes pronto.
que gran artículo. Muy bueno.
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