Hace meses que escribo una entrada y hoy me encuentro con que la configuración de Blogger está completamente cambiada. Me gusta. Estaré haciendo experimentos próximamente, así que no se espante, Querido Lector, si en una de esas no reconoce éste, su humilde blog.
Me he estado preguntando desde hace casi un año, a qué se debe mi falta de tiempo o interés en escribir. Todo empezó en septiembre 2010 después de un suceso traumático del que nunca quise hablar en este blog de manera abierta, pero que afectó mi vida mucho más de lo que yo quiero reconocer.
Nunca les ha pasado que a pesar de que el cerebro les diga que actuaron correctamente, el corazón les dice con todas sus letras "la cagaste, no mames!". Yo habría querido que nunca me sucediera a mí. Hace más de un año perdí a una amiga a la que no he dejado de extrañar un sólo día. Fue un malentendido o una gran diferencia de opiniones, o mi nula sutileza, o mi excesiva franqueza o una mezcla de todas las anteriores. De ahí me dediqué a callar. A hacer de cuenta que no había pasado nada. A pretender que mi nuevo trabajo y el cambio de rutina me traían tan ocupada que no tenía tiempo para pensar.
El estar siempre acompañada también contribuyó a "no pensar"; a no reflexionar en cuánto me dolía esa ausencia y a evitar cuestionarme de más si estuve mal o si actué precipitadamente. Qué importa! Estoy taaaan ocupada. Luego lo del nuevo trabajo y así, esas pequeñas cosas que parece mentira pero cómo quitan tiempo.
Ahora las cosas vuelven a cambiar. Demasiados días libres, demasiado tiempo para retomar lo que se dejó a un lado hace tanto ya. Demasiadas horas tumbada en una cama, enferma, sin poder salir y sin querer hacerlo tampoco, me han dejado espacio para confrontarme a mí misma y decirme en la cara que la cajeteé bien y bonito y que a estas alturas ya no hay nada que pueda hacer para remediarlo.
Salvo escribir, tal vez. Encontrar consuelo en mi teclado aunque Mr D se siga paseando detrás mío preguntándome que "qué tanto escribo"*.
Claro, si tan sólo tuviera un tema, una línea que seguir, algo que me sirviera de luz al final del túnel. No tengo nada más que mis dedos deslizándose en este teclado al que ya hace mucho algunas de sus letras se han desvanecido y estas ganas de volver a pertener a ese mundo al que sólo me transporto cuando escribo. Cuando todo alrededor deja de importar, cuando el tiempo deja de pasar y cuando no hay nadie más conmigo que mis propios pensamientos.
*Cosa que me molesta en exceso porque nomás me interrumpe la concentración.
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