Homesick o el de la carta a un amante malagradecido

Hoy veníamos de regreso de casa de mi suegra y por un momento me perdí en el paisaje. Mi pensamiendo voló de una cosa a otra y de repente sentí un nudo en la garganta y lágrimas empezaron a rodar por mis mejillas.

El viernes pasado escribí un pequeño texto para Reporteras de Guardia con motivo de estos 200 años de hacernos güey de los mexicanos, y creo que desde entonces me he sentido de nuevo nostálgica. Serán las fechas? Será el cambio de clima? Serán -como cada mes- estas hormonas que hacen de mi estado de ánimo un papalote?

Siempre me llena de asombro (como cuando una abre el primer regalo de navidad) ver las diferentes tonalidades de los árboles, el cambio de intensidad de la luz, los distintos verdes del pasto, los tantos tipos de flores y sus colores antes desconocidos, y ahora tan familiares. Y cada tono y cada flor me indica una estación nueva y me encanta!

Adoro ver las estaciones pasar y ver los cambios tan vivamente (existe esa palabra?). Estoy dejando de quejarme de la Pinche Lluvia, para disfrutar de los distintos tamaños e intensidad de las gotas. En serio. Aquí hasta la lluvia es diferente!

Bueno, en esas iba, viendo los bordes de las hojas de los árboles que ya son marrones y viendo cómo las hojitas más pequeñas y amarillas de los arbustos, se van desprendiendo con el viento cuando... de ahí recordé que no fuimos a comprar el maíz para pozole, que si estuviera en México sólo tendría que ir al restaurancito de la esquina para cenármelo hoy mismo, que también tengo ganas de unos esquites, que sería padrísimo comerme unos chilitos rellenos y que NO puedo hacer nada de eso.

Mr D al verme llorar me preguntó que qué me pasaba a lo que sólo respondí: "homesick". Vi cómo le cambió la cara y por un momento también me pareció ver que sus ojitos brillaban de manera inusual. Me preguntó si quería regresarme a México.

En realidad es un tema que ya no tocamos, por que yo tengo muy claro, aún en ocasiones como esta, cuando la nostalgia me invade y mi torrente sanguíneo se inunda de hormonas, que México ya es parte de una vida pasada y que no forma parte de mi futuro, al menos no el inmediato. Ya no viviría a gusto allá, después de haber visto el mundo (bueno, otra parte siquiera), después de darme cuenta que hay mejores lugares para vivir donde la gente es más respetuosa de otros y de sí mismos, donde puedo sacar a mi perro a las 11 pm sin miedo a que alguien me asalte o me intente secuestrar. Gracias pero no.

Sigo sintiéndome una turista a veces, sigo sintiendo que no pertenezco del todo pero igual me siento así cuando voy de visita a Chilangolandia. Esa casa ya no es mía, ese espacio ya no "huele" a mí. Y me siento mal por eso. Siento una molestia o un huequito, o no sé... es algo difícil de poner en palabras. No soy de aquí pero ya tampoco soy de allá... sí me expliqué?

jajajajaja!!

Tal vez, algún día, cuando ya tenga un hijo y vea por primera vez su acta de nacimiento en neerlandés con mi nombre como único testigo de mi origen mexicano, tal vez entonces este sentimiento pase. Por lo pronto, sólo sé que sin Mr D a mi lado, estos días serían mucho más grises de lo que en realidad son.

México, te amo pero no eres tú soy yo.
...
...
...

Espera un poco...
...
Sí, sí eres tú. Eres como un amante mal agradecido, yo hice todo lo que pude por que creía en ti y véte ahora cómo estás. Quise "cambiar al sistema" y "luchar contra él". Siempre fui honesta y trabajadora y cómo me pagaste? Con pocas oportunidades de empleo, sueldos insuficientes y horas extras impagas. Pero eso sí, exigías mi 200 por ciento, puntualidad, honestidad, fidelidad, ser bilingüe, tener una carrera y "bonita" presencia sin dejar de lado el criterio amplio.

Chale.

Debí haber sospechado de ti desde antes, cuando debido a la insuficiencia de matrículas tuve que elegir una escuela privada. Cómo la pagué? No fue gracias a ti que tenías a mi madre sumida en un trabajo como el ya mencionado. Fue únicamente y gracias a mí, a Dios o a la suerte y a mi talento (o ñoñez, llámale como quieras) que obtuve una beca y así me gradué.

Y ahora, después de tantos años, tú sigues tal y como te recuerdo. No es lo mismo, pero es igual. Con tus mismos complejos y tus mismos prejuicios y la misma crisis (pero otra) con tus mismos problemas de corrupción, de inseguridad y de falta de empleo. Claro, con algunas ligeras mejorías como la aceptación de la gente gay como parte de la sociedad, y con algunas ayudas a tus campesinos y adultos mayores; pero con un gran cáncer llamado Narcotráfico.

Estás enfermo, México. Y yo no puedo aunque quisiera hacer más por ti (cualquier parecido con una canción de Juanga es mera coincidencia). Sólo rezo para que no termines destruyéndote a ti mismo y de paso, a todos los que viven en ti, a los que aún creen en ti y a los que a pesar de todas tus faltas, te seguimos queriendo.

México, te quiero lejos.