martes, 24 de noviembre de 2009

Si el No Hubiera existiera (7)

"La Familia es primero y como familia debemos cuidarnos y respetarnos entre nosotros o nadie más lo hará".


Todo tiene un principio y un fin, y esta serie no es la excepción. Este es la última parte y es la única que puede hacerme llorar. Mi abuela fue tan importante durante mi vida que el ya no tenerla conmigo me ha dolido más de lo que yo habría nunca imaginado. Hay días y no pocas noches en que llega a mi mente su imagen, su voz y quisiera poder decirle que la quiero y que la extraño. Tengo la esperanza que donde quiera que se encuentre sepa que yo desde acá le mando todo mi amor, que no tengo palabras para expresar mi gratitud y que me hace falta su presencia.

Mi abuela fue una mujer de caracter fuerte y creo que eso la hizo sobrevivir una infancia nada grata. Sufrío carencias materiales y emocionales desde muy niña, pero eso no le impidió desarrollar un gran amor por el prójimo y una gran compasión. En pocas palabras, mi abuela tenía corazón de pollo. Era buena y generosa pero también podía ser implacable si la atacaban. No se dejó nunca de nada ni de nadie, luchó toda su vida para sacar a su familia adelante y jamás nos decepcionó. Si alguien la necesitaba ella seguro ahí estaría.

Era buena pero nunca fue tonta. No era desconfiada, era perspicaz; no era incrédula pero tenía una intuición bien desarrollada. Ella era capaz de leer las intenciones de las personas que se le acercaban a la primera mirada. Su instinto nunca le fallaba y pocas veces llegó a equivocarse con alguien. No confiaba en las apariencias y siempre buscaba el significado detrás de las acciones de quienes a su alrededor estaban. A pesar de apenas saber leer y escribir, era muy inteligente, y siempre estaba interesada en saber más. Si su situación o su suerte hubieran sido otras, seguramente habría llegado a ser una persona famosa e influyente.

Su muerte no fue una sorpresa para La Familia. De hecho, la mayoría deseábamos que Dios por fin se la llevara. Y no es que no la quisiéramos, es que su enfermedad se convirtió en una lentísima agonía llena de dolor físico para ella -el cual no había manera de aliviar- y uno emocional para nosotros al encontrarnos totalmente imposibilitados para ayudarla. Su muerte llegó al fin y fue lo mejor que pudo haber pasado.

Las consecuencias no han podido ser más descorazonadoras. La Familia se ha perdido sin su matriarca y su guía. Lo único que la mantenía unida ha desaparecido; los malos entendidos, las viejas rencillas y los antiguos rencores han renacido. Se han formado subgrupos, se han tomado partidos y los que queremos permanecer neutrales nos hemos encontrado de súbito en medio de una guerra fría.

Lamento no tener la sabiduría que ella tendría en estos momentos para agarrar al toro por los cuernos y deshacer esta maraña de intrigas, rumores y sospechas. La Familia se ha vuelto desconfiada de sí misma. Se fue la figura de autoridad que los alineaba a todos bajo una misma causa y bajo un mismo objetivo y yo me pregunto: " a dónde iremos a parar?"

Por lo tanto:

Si mi SS abuela no hubiera muerto, mi boda seguramente no habría sido organizada por El Picudo, ya que ella se habría encargado de todo. La selección del menú y la realización del mismo, habrían corrido invariablemente bajo su supervisión. Ella por supuesto no habría permitido que mi ajuar fueran unos pescadores y una blusa floreada, sino un vestido diseñado y hecho a medida para la ocasión. Mi boda habría estado completa y ella habría sido muy feliz de aparecer como testigo en la ceremonia civil. Seguro habría insistido también para que me casara por la iglesia pero eso seguiría en veremos.

Luego, una vez yo viviendo aquí en Bruselas, me la habría pasado en el teléfono hablando con ella para que me diera recetas y me transimitiera siquiera unos cuantos de los miles secretos culinarios que ella poseía. También me habría indicado la manera correcta de hornear un panqué de naranja y un pay de ciruela pasa. Seguro yo me habría tenido que chutar varias veces el consabido sermón de "yo te dije que tenías que aprender a cocinar". Y yo le contestaría "sí abue, ya lo sé, eres muy sabia" y seguiría al pie de la letra sus instrucciones.

Por otro lado, el primer malentendido entre La Familia ni siquiera habría sucedido ya que ambas partes habrían pensado mejor antes de actuar, sabiendo que Mi SS Abuela se encontraba bajo el mismo techo y que no dudaría en intervenir. El miedo no anda en burro, dicen algunos.

Las cenas navideñas serían lo que siempre fueron. Motivo de reunión para La Familia, intercambio de regalos, Misa de Gallo, Recalentado al siguiente día y visitas de parientes no tan cercanos. Tal vez yo habría convencido a Mr D para pasar las fiestas en México. Tal vez lo habría logrado.

La llegada de mi primer hijo habría sido motivo suficiente para obligar a María a tomar un avión y estar conmigo tres meses. Habría incluído en su maleta suficientes hierbas de árnica para prepararme los tradicionales "baños post-parto". Esos que todas las mujeres de La Familia han recibido lueguito de haber dado a luz. Esos que ni los doctores recomiendan porque no saben nada esos doctores modernos. Esos que ayudan a una recuperación más rápida y menos dolorosa. Esos que son tan benéficos para la salud física y mental de las nuevas madres.

Durante esos tres meses Mr D habría escuchado al fin, todas las anécdotas de mi niñez que yo no recuerdo pero que aún me hacen pasar vergüenzas cuando son contadas; también habría sufrido con un poco de extrañeza de todos los sermones y frases sabias que mi abuela siempre tuvo bajo la manga. Ella,por otro lado, se habría maravillado con la arquitectura y con los paisajes belgas y se habría extrañado de la comida tan distinta, pero no se habría quejado más que del clima durante toda su estancia.

Se habría regresado a México dejándome una lista sin fin de deberes y de prohibiciones de lo que una buena esposa debe ser. Me habría felicitado también por el curso que le dí a mi vida y me habría dado mi bendición (como siempre lo hacía) en nuestra despedida.

Yo la habría abrazado muy fuerte y le habría dicho que la extrañaría pero que le llamaría para saber si había llegado bien a casa. Ella nos habría besado a los tres por quinta vez y desde adentro de la aduana nos habría hecho adiós con una mano mientras con la otra se agarraba de la asistente de aeropuerto que la llevaría hasta la sala de abordaje.

Ambas nos habríamos quedado con la mitad del corazón de la otra. Esto sería lo único que no habría cambiado nunca.




2 comentarios:

La Negra dijo...

snif, snif! que hermoso hubiera sido esto!!!! pero ten pro seguro que ella te ve y te cuida y te bendice todos los dias y trata de aconsejarte y de meterte ideas buenas en la cabeza! yo tambien hibiera querido poner mas atencion a las cosas que mi abuela me enseñaba, ¿por que no aprendi a tejer cuando pude? cuando mi abuela tenia mejores ojos y mejor memoria? y ahora tan lejos que estoy de ella, ahhhh

Malinkita dijo...

El snif ha sido real acá, me sacaste las lágrimas. Qué lindo hubiera sido, pero debes de saber que ella sigue contigo, cuidándote desde donde quiera que este.
Yo también extraño a mi abuela, dicharachera, mal hablada (es de Veracruz) y tan sabia en tantas cosas.

Buen fin de semana.