Ayer fue día festivo aquí por lo que nos lo tomamos de descanso, sorry por hacerlos esperar. Voy a continuar con la tan aplaudida serie de Si El No Hubiera existiera.
Aquí un recordatorio de todos los puntos y los que ya se han tratado:
Aquí un recordatorio de todos los puntos y los que ya se han tratado:
Si mis padres no se hubieran divorciado.Si El General no hubiera muerto.- Si no me hubiera conseguido una beca para estudiar la Uni.
Si no hubiera perdido mi primer trabajo en la empresa alemana.- Si Miss E no se hubiera casado.
- Si El Innombrable no hubiera terminado conmigo.
- Si mi SS abuela no hubiera muerto.
Es el turno del número 3 y éste ha sido fundamental en mi vida porque entrar a la Universidad me hizo tener la certeza que no sería una más del montón, al menos no ante mis propios ojos. Estaba dejando de ser una adolescente insegura, caprichosa, voluntariosa e inexperta en todo, para empezar a forjar lo que es la personalidad que hoy tengo y me hace ser la mujer que soy. Aunque en esta etapa también vinieron los primeros experimentos, y sobretodo los primeros errores. De algunos aprendí a la primera, de otros digamos que necesité más dosis. Llegaron también las primeras desilusiones, los primeros chascos, las primeras traiciones por parte de personas en las que yo confiaba ingenuamente. Primeras veces de muchas cosas que me obligaron a ver La Vida desde una perspectiva adulta.
Pero entrar a la Universidad y por fin estudiar la carrera de mis sueños no fue fácil. Las cosas habían ido mal por diversas razones. En principio, elegí una carrera no que me gustaba o que me llamaba la atención sino la que podía pagar y en la que yo "a según" habría podido armarla. Elegí una Ingeniería. Yo, que me consideraba inteligente y estudiosa supuse que no representaría mayores problemas. Ingenua. Duré sólo un cuatrimestre y de seis materias reprobé cuatro. Y no por floja o por volarme clases, no. Yo ponía atención a mis maestros, tomaba notas lo más precisas posibles, hacía mis tareas, estudiaba, no me ausentaba, llegaba a tiempo, etc. Pero en los exámenes nomás no la hacía. Se me olvidaban las fórmulas, los pasos a seguir, y bueno, no había que ser clarividente para deducir que no iba a aprobar el cuatrimestre por lo que sin decir nada en casa me dí de baja permanente. Yo sabía perfecto que eso no era lo mío, y sabía también lo que en realidad quería. Sabía a dónde quería llegar y que sería difícil.
Otro pero era la parte de la lana. Yo no podía pagarme una escuela privada y tampoco podía darme el lujo de que me rechazaran en la UNAM. No tenía cara para decirle a mi mamá que había fallado en Ingeniería por lo que habría sido trágico también decirle que otro año escolar se había ido por no haber pasado el examen único. Para este entonces yo ya llevaba más de dos años de noviazgo con El Príncipe Azul y fue él quien me instó a buscar una beca en mi antigua escuela (donde estudié hasta la preparatoria). Obvio, primero tendría que inscribirme pero el año escolar ya iba casi a la mitad. Así que entre los dos conseguimos un trabajo y ahorrábamos todo lo que podíamos para que llegando el momento contáramos con la cantidad que cubriría la inscripción al primer semestre de mi ya segunda opción de carrera. Pasaron los meses hasta que septiembre llegó y me inscribí. Teníamos un plan a seguir, uno muy sencillo. Cachar al Rector cuando llegara al campus, interceptarlo en su camino a la oficina y explicarle a grandes rasgos mi situación y mi necesidad.
El Príncipe Azul era el encargado de espiar sus movimientos y fue gracias a él que un buen día perseguimos a El Rector, y pusimos en marcha nuestro sencillo plan. A la semana yo ya tenía mi beca al 100% y un gran peso me fue quitado de los hombros. Hubo momentos que pensé no lo iba a lograr pero afortunadamente la buena suerte estuvo de mi parte y el apoyo de mi entonces novio no me dejó rendirme antes de luchar.
[Eso y que El Rector me conocía de toda la vida porque yo cursé todos mis estudios en la misma escuela. Por lo tanto El Rector ubicaba perfecto mi carita y aunque no recordaba mi nombre, se acordaba de mí debido a cuadros de honor , escoltas y esas cosas que los maestros nos hacen hacer a los niños ñoños]
Irónicamente, el haber alcanzado la meta de la beca, alejó a El Príncipe de mi lado. Yo me sentía sumamente comprometida a sacar buenas calificaciones, a cumplir con todos mis deberes, a asistir a todas mis clases, etc. Esto ocasionó entonces que "el amor" se fuera al caño. Después de desayunar, comer y cenar juntos, de ir a todos lados juntos, de pasar fines de semana enteros prácticamente sin despegarnos el uno del otro a tener cada uno diversas actividades y objetivos, hicieron -primero- que él se quejara de que yo ya no le dedicaba tiempo y segundo, que se consiguiera a alguien que sí pudiera cumplir con el rol de sombra.
La historia de amor terminó y me ocasionó un año de visitas al psicólogo (duelo, le llaman) y posteriores deseos de venganza hacia cualquier víctima que tuviera la iniciativa de invitarme a salir (ups!).
Pero, si No hubiera conseguido mi beca para estudiar la universidad seguro mi vida habría sido más o menos así:
El Príncipe Azul y yo nos habríamos vuelto una pareja de parásitos que se la habrían pasado viendo pelis en su casa, haciéndole el mandado a su mamá y teniendo como única actividad el ir a entrenar Tae Kwon Do. Después de unos meses, Mi Madre Chula me habría obligado a conseguir un trabajo por lo que yo habría tenido que despegarme de mi siamés al menos de lunes a viernes y en horarios de oficina. Él, celoso como era, seguro habría ido por mí a la salida del trabajo e ido a dejar a mi casa todos los días. Habría seguido llamándome a las 10 de la noche, asegurándose que yo estaba ya a punto de irme a dormir y con el pretexto de sacar a la perra a pasear, por las noches él habría conocido a la chica que sí disponía de tiempo y me habría pintado el cuerno por varios meses antes de que yo me diera cuenta.
Habríamos durado tal vez un año más o tal vez más. No habría planes de boda por la ausencia de lana pero en una de esas habría salido embarazada por lo que la responsabilidad nos habría llegado de una buena vez. Yo me habría mudado a vivir a su casa, con su mamá y sus dos hermanas y me sentiría sumamente incómoda siendo testigo de pleitos y berrinches. Luego, él habría tenido que conseguir un trabajo pero no habría sido uno lo suficientemente bueno como para mudarnos a un depa para nosotros solos por lo que seguramente su papá nos habría echado la mano.
Con el bebé ya en este mundo la convivencia habría sido aún más pesada, y aunque él seguro habría sido un padre responsable y amoroso, el amor hacia mí se habría ido disipando con el tiempo. Él se habría convertido en uno de esos que adoran las chelas banqueteras (al no haber para ir a un antro) y yo en una ama de casa agobiada entre biberones y pañales. No tendría amigas, salvo alguna vecina y ésta se encargaría de insinuarme que El Príncipe Azul se había convertido en sapo desde antes de que yo diera a luz.
Si yo no hubiera entrado a la universidad, mi relación con él no habría terminado, yo no habría necesitado los servicios de un psicólogo, no habría conocido a Miss E y no le habría hecho la vida de cuadritos a algunos valientes que se me acercaron con afán de consolar a mi corazón herido. Tampoco me habría vuelto una antrera de primera categoría, no habría conocido a Mi Gordiú ni habría tenido que vender con ella gelatinas de puerta en puerta. Tampoco habría redescubierto mi gusto por escribir, por bailar y por echar desmadre. Me habría perdido la oportunidad de darme de topes por confianzuda (característica que EPA siempre me echaba en cara) y mi visión del mundo no se habría ampliado por tantas clases de filosofía. No habría llegado el momento en que Mi Sis y yo pasáramos tiempo solas y juntas, y nuestra relación de hermanas seguiría siendo tan mala como la que teníamos cuando niñas. Nunca habría tenido que elegir entre el amor propio y el amor por alguien más, entre mi yo interno y el yo que el otro quería ver en mí. No me habría enterado de que el verdadero Amor De Mi Vida no era ese que tuve a los 17 años sino el que encontraría casi 3 lustros después.
Así que si hacemos cuentas, entrar a la Universidad fue de las mejores cosas que me pudieron haber pasado.
Pero entrar a la Universidad y por fin estudiar la carrera de mis sueños no fue fácil. Las cosas habían ido mal por diversas razones. En principio, elegí una carrera no que me gustaba o que me llamaba la atención sino la que podía pagar y en la que yo "a según" habría podido armarla. Elegí una Ingeniería. Yo, que me consideraba inteligente y estudiosa supuse que no representaría mayores problemas. Ingenua. Duré sólo un cuatrimestre y de seis materias reprobé cuatro. Y no por floja o por volarme clases, no. Yo ponía atención a mis maestros, tomaba notas lo más precisas posibles, hacía mis tareas, estudiaba, no me ausentaba, llegaba a tiempo, etc. Pero en los exámenes nomás no la hacía. Se me olvidaban las fórmulas, los pasos a seguir, y bueno, no había que ser clarividente para deducir que no iba a aprobar el cuatrimestre por lo que sin decir nada en casa me dí de baja permanente. Yo sabía perfecto que eso no era lo mío, y sabía también lo que en realidad quería. Sabía a dónde quería llegar y que sería difícil.
Otro pero era la parte de la lana. Yo no podía pagarme una escuela privada y tampoco podía darme el lujo de que me rechazaran en la UNAM. No tenía cara para decirle a mi mamá que había fallado en Ingeniería por lo que habría sido trágico también decirle que otro año escolar se había ido por no haber pasado el examen único. Para este entonces yo ya llevaba más de dos años de noviazgo con El Príncipe Azul y fue él quien me instó a buscar una beca en mi antigua escuela (donde estudié hasta la preparatoria). Obvio, primero tendría que inscribirme pero el año escolar ya iba casi a la mitad. Así que entre los dos conseguimos un trabajo y ahorrábamos todo lo que podíamos para que llegando el momento contáramos con la cantidad que cubriría la inscripción al primer semestre de mi ya segunda opción de carrera. Pasaron los meses hasta que septiembre llegó y me inscribí. Teníamos un plan a seguir, uno muy sencillo. Cachar al Rector cuando llegara al campus, interceptarlo en su camino a la oficina y explicarle a grandes rasgos mi situación y mi necesidad.
El Príncipe Azul era el encargado de espiar sus movimientos y fue gracias a él que un buen día perseguimos a El Rector, y pusimos en marcha nuestro sencillo plan. A la semana yo ya tenía mi beca al 100% y un gran peso me fue quitado de los hombros. Hubo momentos que pensé no lo iba a lograr pero afortunadamente la buena suerte estuvo de mi parte y el apoyo de mi entonces novio no me dejó rendirme antes de luchar.
[Eso y que El Rector me conocía de toda la vida porque yo cursé todos mis estudios en la misma escuela. Por lo tanto El Rector ubicaba perfecto mi carita y aunque no recordaba mi nombre, se acordaba de mí debido a cuadros de honor , escoltas y esas cosas que los maestros nos hacen hacer a los niños ñoños]
Irónicamente, el haber alcanzado la meta de la beca, alejó a El Príncipe de mi lado. Yo me sentía sumamente comprometida a sacar buenas calificaciones, a cumplir con todos mis deberes, a asistir a todas mis clases, etc. Esto ocasionó entonces que "el amor" se fuera al caño. Después de desayunar, comer y cenar juntos, de ir a todos lados juntos, de pasar fines de semana enteros prácticamente sin despegarnos el uno del otro a tener cada uno diversas actividades y objetivos, hicieron -primero- que él se quejara de que yo ya no le dedicaba tiempo y segundo, que se consiguiera a alguien que sí pudiera cumplir con el rol de sombra.
La historia de amor terminó y me ocasionó un año de visitas al psicólogo (duelo, le llaman) y posteriores deseos de venganza hacia cualquier víctima que tuviera la iniciativa de invitarme a salir (ups!).
Pero, si No hubiera conseguido mi beca para estudiar la universidad seguro mi vida habría sido más o menos así:
El Príncipe Azul y yo nos habríamos vuelto una pareja de parásitos que se la habrían pasado viendo pelis en su casa, haciéndole el mandado a su mamá y teniendo como única actividad el ir a entrenar Tae Kwon Do. Después de unos meses, Mi Madre Chula me habría obligado a conseguir un trabajo por lo que yo habría tenido que despegarme de mi siamés al menos de lunes a viernes y en horarios de oficina. Él, celoso como era, seguro habría ido por mí a la salida del trabajo e ido a dejar a mi casa todos los días. Habría seguido llamándome a las 10 de la noche, asegurándose que yo estaba ya a punto de irme a dormir y con el pretexto de sacar a la perra a pasear, por las noches él habría conocido a la chica que sí disponía de tiempo y me habría pintado el cuerno por varios meses antes de que yo me diera cuenta.
Habríamos durado tal vez un año más o tal vez más. No habría planes de boda por la ausencia de lana pero en una de esas habría salido embarazada por lo que la responsabilidad nos habría llegado de una buena vez. Yo me habría mudado a vivir a su casa, con su mamá y sus dos hermanas y me sentiría sumamente incómoda siendo testigo de pleitos y berrinches. Luego, él habría tenido que conseguir un trabajo pero no habría sido uno lo suficientemente bueno como para mudarnos a un depa para nosotros solos por lo que seguramente su papá nos habría echado la mano.
Con el bebé ya en este mundo la convivencia habría sido aún más pesada, y aunque él seguro habría sido un padre responsable y amoroso, el amor hacia mí se habría ido disipando con el tiempo. Él se habría convertido en uno de esos que adoran las chelas banqueteras (al no haber para ir a un antro) y yo en una ama de casa agobiada entre biberones y pañales. No tendría amigas, salvo alguna vecina y ésta se encargaría de insinuarme que El Príncipe Azul se había convertido en sapo desde antes de que yo diera a luz.
Si yo no hubiera entrado a la universidad, mi relación con él no habría terminado, yo no habría necesitado los servicios de un psicólogo, no habría conocido a Miss E y no le habría hecho la vida de cuadritos a algunos valientes que se me acercaron con afán de consolar a mi corazón herido. Tampoco me habría vuelto una antrera de primera categoría, no habría conocido a Mi Gordiú ni habría tenido que vender con ella gelatinas de puerta en puerta. Tampoco habría redescubierto mi gusto por escribir, por bailar y por echar desmadre. Me habría perdido la oportunidad de darme de topes por confianzuda (característica que EPA siempre me echaba en cara) y mi visión del mundo no se habría ampliado por tantas clases de filosofía. No habría llegado el momento en que Mi Sis y yo pasáramos tiempo solas y juntas, y nuestra relación de hermanas seguiría siendo tan mala como la que teníamos cuando niñas. Nunca habría tenido que elegir entre el amor propio y el amor por alguien más, entre mi yo interno y el yo que el otro quería ver en mí. No me habría enterado de que el verdadero Amor De Mi Vida no era ese que tuve a los 17 años sino el que encontraría casi 3 lustros después.
Así que si hacemos cuentas, entrar a la Universidad fue de las mejores cosas que me pudieron haber pasado.
4 comentarios:
estoy de acuerdo!! la neta nada como estudiar para abrir los ojos y la mente, para tener nuevas experiencias y comocer nuevas cosas, a mi los estudios me trajeron al UK y aunque no tengo el doctorado como se planeo en un principio, solo la mestria, me aprendido tantas cosas que no me arrepiento
bien lo dijo la Negra, nada como estudiar, te cambia la forma en la que ves las cosas,te pones metas ...
que bueno que entraste a la Universidad!!
Así es, chicas! no sé en serio qué sería de mi vida sin esa bendita beca; no estaría aquí contándoles mis aventuras, eso es un hecho. Gracias por leer y por comentar. :D
Me están gustando estos posts. Esta serie. Siempre hay cosas que sólo luego del tiempo uno puede identificar como fundamentales para el estado actual. Si yo puediera pedir un superpoder, sería sin duda el de tener esa capacidad pero en el presente, aunque seguro nadie me haría cómic, yo viviría más tranquilo.
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