viernes, 6 de noviembre de 2009

Si el No Hubiera existiera (1)

Aquí vamos con el número 1. Invertí su orden con el 2 porque este punto (o sea, el 1) es el más importante de todos y necesitaba más tiempo para meditar acerca de él. Por la misma razón es que no fue publicado ayer como yo lo tenía previsto. Pero ahí les va.

El matrimonio entre El Picudo y Mi Madre Chula fue una especie de cuento de hadas alrevés desde el principio. No lo voy a explicar ahora porque merece todo un post aparte para él solito. Así que tendrán que confiar en mi buen juicio (qué es eso?) y creer todo lo que les digo. O nada, que para fines prácticos es lo mismo. Así que basta decir que a 10 años de matrimonio y dos hijas, su relación estaba bastante dañada. Se querían mucho, de eso no hay duda. Sin embargo, la relación era ya insostenible. El Picudo era celoso en extremo, dominante y controlador -además de manipulador, chantajista y tranza si la ocasión se presentaba. Pudo haber sido un excelente diputado si tan sólo se hubiera animado a entrar en la política. Pero a él nunca le interesó eso. Mi Madre Chula en cambio, había pasado de ser una jovencita pseudo-rebelde pero ingénua, crédula y temerosa de Dios y de mi SS Abuela a una ama de casa sumisa pero observadora, sagaz y sobretodo harta de la subyugante personalidad de mi padre.

Así que el día en que El Picudo le llenó el buche de piedritas a Mi Madre Chula tardó en llegar, pero una vez ahí hizo notar su presencia hasta que la bomba explotó, y las tres agarramos nuestras cositas y nos dirigimos a la casa de los abuelos a buscar refugio. Dejando a un Picudo inconsolable, lleno de lágrimas y de promesas, que todas sabíamos no iba a cumplir.

Todo en la casa de la colonia para gente bonita y nice era felicidad hasta que el dinero empezó a escasear y Mi Madre Chula tuvo que empezar a trabajar. No tenía un gramo de experiencia ya que se casó muy jovencita y pasó prácticamente de ser estudiante a ser ama de casa por lo que el trabajo en cuestión no era precisamente el mejor pagado. Aún así, ella se las ingeniaba para solventar todos los gastos. El contacto con El Picudo se limitó solamente a los días en que teníamos vacaciones ya que después de la separación, él se regresó a El Pueblito Papanteco a empezar de cero, mientras que Mi Sis y yo seguíamos en la ciudad con nuestros estudios.

El Picudo, no decepcionando a lo bien aprendido en años y años de educación machista y de años de experiencia como chofer de trailer y demás transporte de carga pesada, se negó rotundamente a colaborar económicamente en nuestra manutención ya que afirmaba que si Mi Madre Chula "se había creído tan chingona al dejarlo", pues ahora tenía que demostrar lo chingona que era al mantenernos ella sola (ah! el amor de padre es infinito). Y bajo esta premisa fue que sólo en contadas ocasiones nos daba dinero y poco. (Lo siento padre, pero de que te duele el codo, te duele). Como era de esperarse, mi Madre estallaba en cólera primero y después en sollozos, pero creo que fue esto lo que le picó el orgullo y la hizo no desistir y seguir luchando. Tal vez fue sólo el instinto materno y el apoyo que La Familia y sobretodo mi SS Abuela le prodigaban.

En cuanto a nosotras sucedieron varias cosas. Yo me llené de resentimiento por años hacia mi padre. No me gustaba ir a verlo y mucho menos tener que pedirle dinero. Durante las visitas tenía que soportar regaños, reproches y exigencias que no me correspondían y que aunque hubiera querido no sabía responder. Durante años esas visitas sólo me hacían llorar, quedarme callada en un rincón y tratar de hacer oídos sordos a todo lo que El Picudo vociferaba por horas si no había nadie que lo interrumpiera. Un día, cuando yo tenía 15 años él me llenó el buche de piedritas a mí y la segunda bomba explotó. Le dije cosas horribles, cosas que sentía en ese momento, cosas que yo llevaba guardadas por 6 años, cosas que no le había dicho a nadie, nunca antes, cosas que una hija no debería decirle nunca a su padre. El resultado fue que nos dejamos de hablar un año.

Después de esta pelea mi Madre Chula intercedió por él. Ya saben, esas cosas que nos inculcó mi SS Abuela. La Familia es primero, tu padre nunca dejará de ser tu padre, gracias a él estás en este mundo, no deberías de portarte así con tu padre, es su cumpleaños, ve a felicitarlo. En cuanto llegué se puso a agredirme por lo que me di la media vuelta y pasó otro año entero antes de que volviéramos a dirigirnos la palabra. "De tal palo tal astilla", o al menos eso decían.

Para Mi Sis, sin embargo, la historia fue muy diferente. Y es que El Picudo con ella era diferente. Ella era la consentida, la chiquita, "su negro"*. Ella podía hacer y deshacer sin que él objetara ni una sola palabra. [Aunque mi padre siempre ha sido de pocas palabras; él necesitaba sólo una mirada para dejarte inmóvil o para detenerte de tus intenciones de hacer algo descabellado. La mirada de El Picudo nos dominaba sin necesidad siquiera de abrir la boca o de hacer alguna seña (qué tiempos aquéllos!).] Así que el cambio a casa de mi SS Abuela y El General no le sentó nada bien. Ahí ella se volvió una niña solitaria, como yo lo había sido a su edad. La diferencia era que yo me sentía como pez en el agua en esa casa, yo era la reina ahí, la que sabía todos los escondites y la que hacía lo que quería sin que nadie me regañara. Mi sis en esa casa de la colonia para gente bonita y nice, se sentía totalmente abandonada. La única niña entre adultos, sin mi Madre Chula a lado, con reglas nuevas que obedecer y con una hermana mayor que vivía en su propio mundo y que nunca le hizo extensiva la invitación. Mi sis se volvió una niña huraña, reservada y enojada con el mundo. Y a la larga, yo me volví igual. No podíamos convivir en paz como hermanas. Y esos pleitos y esos rencores nos acompañaron toda nuestra adolescencia hasta que nos convertimos en jóvenes adultas (pero ese también es tema de otro post).

Sin embargo, debido a esta separación fue que aprendimos a ser responsables de nosotras mismas, a tener bien claras nuestras prioridades, a ser niñas de bien, a no dar lata innecesariamente, a ser luchonas. Aprendimos que nada es gratis y que si quieres algo hay que trabajar para conseguirlo, que en esta vida nada es fácil ni regalado y también que cada uno de nuestros actos tiene consecuencias y que nadie va a pagar nuestros errores por nosotros. Aprendimos tantas cosas a tan temprana edad que siempre decían nuestros maestros que éramos 'niñas muy maduras' para nuestra edad. Yo nunca entendí si eso era bueno o malo, hasta tiempo después.

Si mis padres No se Hubieran divorciado nuestra historia sería más o menos así: Yo habría seguido siendo una niña estudiosa, pero callada, obediente y sumisa. Habría aprendido a cocinar desde muy chica (y no una vez casada), atendería las labores del hogar sin chistar y sin rezongar. Mi Madre Chula habría tenido que vivir bajo la sombra de El Picudo para conservar el bienestar y la comodidad de una vida en santo matrimonio. Mi Sis habría sido la niña consentida y malcriada que "le daba la vuelta" a mi padre por lo que los permisos para irse "a estudiar con sus amigas" no le habrían sido negados ni mucho menos sujetados a supervisión. Conmigo, seguro la historia no habría sido tan benévola.

Mi Sis se habría vuelto de una personalidad totalmente distinta, extrovertida y voluntariosa y el apoyo de El Picudo la habría instado a convertirse en modelo, edecán o actriz de televisa -o las tres cosas al mismo tiempo. A sus 18 años ya tendría un portafolio profesional repartido en todas las casas productoras, agencias de publicidad, casas editoriales y demás que la habrían hecho saltar a la fama antes que a Belinda. Obviamente, todo esto bajo el ojo vigilante -pero no desaprobador -de El Picudo.

Yo, por otro lado, me habría volcado en la búsqueda de un marido que me sacara de la casa paterna lo más pronto posible. Pero, con tan mala suerte, que me habría encontrado a un sombrerudo en El Pueblito Papanteco, de esos con unas cuantas hectáreas de naranjales y limonares y unas cuantas decenas de cabezas de ganado. De no malos bigotes eso sí, con piel tostada por el sol y ojos negros y profundos, de esos que andan a caballo, con botas vaqueras y jeans, con manos ásperas de andar en los potreros supervisando a los peones y arreando animales. De esos que cuando entran a tu casa dejan el piso polvoso y escurren sudor al servirse un vaso con agua. De esos que hablan cantadito y te guiñan el ojo cuando dicen algo gracioso. Alguien que luciera más o menos así:


Perdida, perdida, no andaría.


Sin lugar a dudas, a estas alturas, ya tendría por lo menos tres hijos que serían la imagen misma de su abuelo, de los Díaz. De ojos oscuros y cejas pobladas, pestañas chinas y mirada coqueta; con sonrisa de acero porque seguramente habrían heredado también los dientes desalineados. Serían el mismísimo diablo en persona, pero en el fondo serían buenos niños. Yo tendría que andar haciendo oídos sordos a los chismes de pueblo que involucraran a mi marido y las hijas jóvenes de mis vecinos. Pero todo me sería recompensado al ver a mis tres querubines trepándose a los árboles o andando a caballo, o haciendo suertes con la cuerda. No tendría que usar computadoras salvo para lo referente al rancho, y para eso tendría un capataz o un administrador que se hiciera cargo.


Mis hijos se verían más o menos así nomás que más morenitos.

De hecho, no tendría tiempo ni interés de andar haciéndole a esas cosas del internet y mucho menos de andar escribiendo un blog.



*Por alguna extraña razón, El Picudo siempre pensó que Mi Sis sería su tan ansiado hijo varón por lo que desde la panza le llamaba "mi negro". Sorpresa! aunque el apodo nunca se lo quitó.

3 comentarios:

dianarl dijo...

con razon cuando lei el post anterior me quede con cara de what? como 2? pero ahora lo entiendo todo
creo que en la foto del que hubiese sido tu esposo te falto que lo imaginaramos asi pero region 4 esos vaqueros si estan muy nice jejeje

La Negra dijo...

Jajaja, Pensé lo mismo que Dianarl con lo de los vaqueros!!! hasta ahora los finales alternativos no me gustan mucho, ya he dhico que por algo pasan las cosas!!

Martica dijo...

Hola. Te he estado leyendo y me ha gustado tu blog. Soy también mexicana pisando suelo bruselense. Me ha dado mucho gusto descubrirte y saber que no estamos tan lejos.

Un beso gigante.
Martiux