Soy una mujer muy sensible. Me río de cosas muy simples, me encabrono de cosas tal vez muy superficiales, me hacen feliz las cosas más sencillas, y lloro también, por razones tal vez no graves. Tendía a ser muy visceral y a mostrar mis emociones sin importar el lugar, la situación o los testigos, pero aprendí (como siempre a punta de chingadazos) que demostrar ciertos sentimientos se toma como signo de debilidad con consecuencias casi siempre aterradoras. Así que por años he tratado de ser más cautelosa, excepto en la risa la cual no he tenido manera de disimular.
En fin, que todo eso aunado a mi condición de primogénita y en consecuencia de hermana mayor de 4 -y otros detalles más que seguro los aburrirían porque a quién chingados le importa la intrigosa e intrincada historia de La Familia*- más las constantes idas y venidas de este ser que desde los 16 no se ha podido estar quieta en el hogar familiar, me han "programado" para hacer de las despedidas un evento racional que no requiere más carga emocional que la de preparar el desayuno o pintarme las uñas de los pies. Me explico? Bueno, lo que les quiero decir es que en las despedidas trato de mantener una sonrisa, un buen sentido del humor y de no decir frases como 'te voy a extrañar' para evitar la reacción en cadena que unos ojos lacrimosos provocan en esas situaciones en un grupo de personas que se reúnen como testigos de otro que es el que se va.
La D era casi siempre la que se iba. La que agarraba su maleta, daba media vuelta y se perdía detrás de aduanas... Hasta ayer que Mi Sis se fue. Qué pinches son las despedidas, me cae! Sobretodo si uno es el que se queda viendo como el tren que se lleva al otro empieza a avanzar, mientras nosotros nos quedamos en el andén con sólo aire en las manos. Mr D y yo aguantamos como los machos, la ayudamos a subir su equipaje y la acompañamos hasta su asiento. Luego nos bajamos y esperamos a un lado de su ventana haciendo adiós con una mano y con la otra abrazándonos. No lloramos hasta que el tren salió de nuestras vistas. Chale. Ayer fue un día triste. El depa estaba demasiado silencioso y los trastes de la noche anterior nos aguardaban en la cocina. Preferimos ir a caminar, a recordar si la llevamos aquí o allá, a hacer notas mentales para su siguiente visita. Imaginando cómo habría sido nuestro fin de semana si ella no hubiera tenido que irse. Confortándonos con el pensamiento de que pronto la visitaremos y reiterándonos que Mi Madre Chula seguro también la extrañó cañón estos meses y que la hará muy feliz su regreso a tierras mexicanas. Seguro la recibirá con una comida deliciosa y La Familia lo tomará de pretexto para reunirse y enterarse de todo el chisme... sí seguro estarán todos presentes queriendo saber hasta el más pequeño detalle y ansiando ver todas las fotos tomadas...
Y además, porqué estar triste si el tiempo pasa volando...
*la familia materna de La D que incluye a la SS abuela (qepd), tíos, tías, primas, sobrinos, Mi Madre Chula y Mi Sis.
En fin, que todo eso aunado a mi condición de primogénita y en consecuencia de hermana mayor de 4 -y otros detalles más que seguro los aburrirían porque a quién chingados le importa la intrigosa e intrincada historia de La Familia*- más las constantes idas y venidas de este ser que desde los 16 no se ha podido estar quieta en el hogar familiar, me han "programado" para hacer de las despedidas un evento racional que no requiere más carga emocional que la de preparar el desayuno o pintarme las uñas de los pies. Me explico? Bueno, lo que les quiero decir es que en las despedidas trato de mantener una sonrisa, un buen sentido del humor y de no decir frases como 'te voy a extrañar' para evitar la reacción en cadena que unos ojos lacrimosos provocan en esas situaciones en un grupo de personas que se reúnen como testigos de otro que es el que se va.
La D era casi siempre la que se iba. La que agarraba su maleta, daba media vuelta y se perdía detrás de aduanas... Hasta ayer que Mi Sis se fue. Qué pinches son las despedidas, me cae! Sobretodo si uno es el que se queda viendo como el tren que se lleva al otro empieza a avanzar, mientras nosotros nos quedamos en el andén con sólo aire en las manos. Mr D y yo aguantamos como los machos, la ayudamos a subir su equipaje y la acompañamos hasta su asiento. Luego nos bajamos y esperamos a un lado de su ventana haciendo adiós con una mano y con la otra abrazándonos. No lloramos hasta que el tren salió de nuestras vistas. Chale. Ayer fue un día triste. El depa estaba demasiado silencioso y los trastes de la noche anterior nos aguardaban en la cocina. Preferimos ir a caminar, a recordar si la llevamos aquí o allá, a hacer notas mentales para su siguiente visita. Imaginando cómo habría sido nuestro fin de semana si ella no hubiera tenido que irse. Confortándonos con el pensamiento de que pronto la visitaremos y reiterándonos que Mi Madre Chula seguro también la extrañó cañón estos meses y que la hará muy feliz su regreso a tierras mexicanas. Seguro la recibirá con una comida deliciosa y La Familia lo tomará de pretexto para reunirse y enterarse de todo el chisme... sí seguro estarán todos presentes queriendo saber hasta el más pequeño detalle y ansiando ver todas las fotos tomadas...
Y además, porqué estar triste si el tiempo pasa volando...
*la familia materna de La D que incluye a la SS abuela (qepd), tíos, tías, primas, sobrinos, Mi Madre Chula y Mi Sis.
1 comentario:
te entiendo perfectamente, Mi marido dice que siempre lloro por cosas que no son graves o importantes, pero yo siento que llorar me libera. En la casa donde vivo he visto partir a amigos entrañables y a quienes recuerod con cariño, pero ya no hago dramas. Pero con mi familia es diferente, asi si chillo como puerco atorado, y mas con mi hermana, con la que tengo una relacion muy estrecha, me imagino clarito, como has de extrañar a tu sis, snif... bueno, ni modo a echarle ganas, que ya habra momento de verlas de nuevo!
Publicar un comentario