Cuando era niña era tan ñoña que me daba gusto que se acabaran las vacaciones, y ese primer día de regreso a clases era el único de mi existencia estudiantil en el que me levantaba de la cama sin ningún esfuerzo. Ya cuando iba a la Uni, el regreso de mis vacaciones generalmente, incluía pasar la noche en un hermosísimo asiento destrozacaderas de un ADO GL ya que Miss E y yo agarrábamos siempre la última corrida del domingo con tal de pasar el mayor tiempo posible en Acapulque. Por lo que nuestros lunes nos parecían eternos, aburridos e insípidos... y luego todo volvía a la normalidad (eterna, aburrida e insípida) de nuestra vida universitaria.
Sin embargo, el regreso de vacaciones que más recuerdo, fue cuando volví de 3 semanas cuasi-todo-pagadas de Vancouver. El viaje fue espléndido. Me enamoré de esa ciudad a primera vista y entre más la recorría más me gustaba. Incluso, estuve tentada a quedarme y a evaluar una propuesta de trabajo que surgió justo una tarde antes de regresar (maldita sea!). El caso, es que cuando aterricé en La Ciudad de Los Imecas, además de tardar años en salir de aduanas me encontré con un aeorpuerto sitiado, rodeado de granaderos y con la terrible noticia de que El Peje había instalado un campamento en Reforma.
Mi primer día de trabajo fue peor de lo que me imaginaba. No había metrobús en el que pudiera treparme por lo que tomé un taxi que tardó casi dos horas en atravesar el crucero del conflicto. Yo ya de por sí iba a tarde a la oficina por lo que (y desfalcada con la cuentita que marcó el taxímetro) donde pude por fin tomé un metrobús. Recuerdo que agarré lugar e iba escuchando musiquita cuando de repente comencé a llorar. Lloré y lloré y me pregunté cómo era posible que mi ciudad se hubiera convertido en una tortura para sus habitantes (y que yo no hubiera tenido el valor de quedarme en Vancouver). Maldije al peje y a sus seguidores, a los granaderos, al gobierno, al conductor y a la señora gorda que tuvo el tino de sentarse junto a mí.
Creo que es una especie de depresión after-holidays. Será también un Seasonal Affective Disorder? No lo sé. Tal vez el inevitable regreso a la cruel realidad es lo que nos pone tan tristes.
Sin embargo, el regreso de vacaciones que más recuerdo, fue cuando volví de 3 semanas cuasi-todo-pagadas de Vancouver. El viaje fue espléndido. Me enamoré de esa ciudad a primera vista y entre más la recorría más me gustaba. Incluso, estuve tentada a quedarme y a evaluar una propuesta de trabajo que surgió justo una tarde antes de regresar (maldita sea!). El caso, es que cuando aterricé en La Ciudad de Los Imecas, además de tardar años en salir de aduanas me encontré con un aeorpuerto sitiado, rodeado de granaderos y con la terrible noticia de que El Peje había instalado un campamento en Reforma.
Mi primer día de trabajo fue peor de lo que me imaginaba. No había metrobús en el que pudiera treparme por lo que tomé un taxi que tardó casi dos horas en atravesar el crucero del conflicto. Yo ya de por sí iba a tarde a la oficina por lo que (y desfalcada con la cuentita que marcó el taxímetro) donde pude por fin tomé un metrobús. Recuerdo que agarré lugar e iba escuchando musiquita cuando de repente comencé a llorar. Lloré y lloré y me pregunté cómo era posible que mi ciudad se hubiera convertido en una tortura para sus habitantes (y que yo no hubiera tenido el valor de quedarme en Vancouver). Maldije al peje y a sus seguidores, a los granaderos, al gobierno, al conductor y a la señora gorda que tuvo el tino de sentarse junto a mí.
Creo que es una especie de depresión after-holidays. Será también un Seasonal Affective Disorder? No lo sé. Tal vez el inevitable regreso a la cruel realidad es lo que nos pone tan tristes.
2 comentarios:
Sé a lo que te refieres, hace unos día de mi regresos de la tierra michoacanas y esa ciudad tan hermosa y tranquila de Sahuayo, cuando me regresé la extrañe, su paz, sus paisajes, su calma y regresar a mi Puebla la nostalgia d ela tranquilidad deprime mucho! Pero tarde o temprano volvemos a tomar el ritmo. La cd de mexico la extraño horrores, aun con todo y sus locos e idiotas gobernantes, esa cd tiene mucho que enamora y se puede odiar a la vez! Saludos!
Cuando vivia en la ciudad de las Cajetas viajeba mucho a Mty y al regresar de las vacaciones o de un fin de semana queria volverme a regresar ya que la encontraba sumamente sucia, con mucha tierra y polvo(que me provoca alergia) aunque despues de dos o tres dias volvia a mi monotona vida...
Saludos!!!
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