viernes, 23 de enero de 2009

De cómo empezó todo... (Episodio 3)

El hambre me despertó pero no me moví. Estaba en mi cama. No recordaba cómo llegué ahí y al parecer ya era otro día. Me quedé mirando por la ventana. La cortina no estaba bien cerrada y podía mirar el cielo y escuchar las cumbias del vecino de a lado. Cómo lo odiaba. Era un tipo regordete que si no fuera porque tenía fama de secuestrador, asaltante y golpeador de mujeres podría pasar desapercibido. Su mirada lo delataba y también sus autos de lujo con lucecitas fluorescentes en las llantas. Todo un tipazo, un galán de colonia populachera, un narco de baja estampa pero aún así infundía miedo. Hay muchas cosas en esta vida que no se eligen: la familia, los vecinos y los compañeros de trabajo por mencionar algunos.

Me levanté con frío y después de hacer la pipí mañanera me fui a sentar al final de la azotehuela, en ese primer escalón desde donde podía ver el depa de enfrente y desde donde si me asomaba al patio podía apreciar toda el esplendor de mi casa. Es una casa muy vieja con patio central, largo, enorme, donde recuerdo haber echado carreritas durante mi infancia con mis primas y mi hermana. Ese mismo balconcito desde donde una vez le aventé un zapato en la cabeza. Pobre de Mi Sis. Ahora me causa mucha risa pero en su momento me llevé una regañada histórica.

Me senté ahí a disfrutar de los rayos del sol que me iban calentando poco a poco. Qué cosa tan deliciosa. Mi mamá no estaba, así que estuve un buen rato recorriendo con la mirada cada una de las grietas de la pared, observando cómo la pintura azul se iba despegando. Esa casa había estado siempre como parte de mis recuerdos, y de tanto verla pocas veces me fijaba en cómo había ido envejeciendo. Tanta prisa en las mañanas que no apreciaba la huella del tiempo en ella; y la poca luz que había cuando llegaba del trabajo por las noches no me permitía ver cómo sus esquinas se iban despostillando.

Me levanté y me fui a la cocina a hacerme unos huevos estrellados. Son mis favoritos. Calenté en el microondas el arroz del día anterior y me los serví juntos. Chipotles, tortillas y café fueron los complementos ideales. Prendí la compu mientras hacía malabares para acomodar el teclado y el plato en el mismo espacio.

En mi bandeja de entrada tenía sólo un correo, al parecer alguien había visto mi perfil y me había mandado un mensajito. Usuario. Password. Cuál es el password? Ah, si! Dónde está el cuadernito donde lo apunté? Ok. Fulanito de Tal te ha enviado un interés. Responder. Checar el perfil de Fulanito. Primero checar, no vaya a ser.

Resultó ser que Fulanito era un gringo de 45 años, divorciado y con dos hijos que vivían con la mamá. Quería chatear conmigo y me mandó su correo personal. Estaba totalmente perdido este tipo. No entraba en el rango de edad que yo quería, su perfil no tenía foto y no me molestaba que tuviera hijos pero lo que sí no soporté fue tanta confiancita de querer luego luego chatear conmigo. Hice caso omiso al correo. Mi amor verdadero no apareció a las 7 como me había prometido ese mail cadena, o tal vez, me lo perdí por haberme quedado dormida.

Sin apagarla encendí la tele y por primera vez amé la repetición de La Ley y El Orden. En eso estaba cuando sonó mi celular. Era Mr Bodyguard quien trabajaba en una empresa de seguridad privada. Era de lo bueno que había traido ese año. Me llamaba varias veces a la semana para ver cómo estaba. Lo conocí en un antro cuando festejábamos el cumpleaños de una amiga en común. Yo estaba ahí tratando de pasármela bien pero con cero disposición. La primera impresión que me dio fue que era prepotente y exhibicionista. Eso sí, bailaba fenomenal y pues eso le subía puntos.

Cuando me sacó a bailar no me preguntó siquiera si quería hacerlo. Me jaló de la muñeca con una mano y con la otra me asió de la cintura y me pegó a su cuerpo. Era una quebradita, yo traía sandalias de tacón y él vestía vaqueras. El resultado fue que me lastimó el dedito gordo en dos ocasiones y al primer reclamo me dijo: "Quién te manda traer esos zapatos si vienes a bailar! Tienes que ponerte botas". -O sea, el igualado y unos cuates, pensé. Le dije que me soltara y no quiso. Así bailamos otras dos y en cuanto hubo cambio de música me fui a sentar al rincón más inaccesible de la mesa. No quería que me agarrara de nuevo. Los demás me sonreían pícaramente mientras Mr bodyguard cuchicheaba con la festejada, al parecer ya se tenía que ir. Me hice pendeja con mi coca-cola y estaba platicando con Marilú cuando le tocó despedirse de nosotras. Sin ninguna pena me pidió mi teléfono y yo sin pensarlo se lo dí.


3 comentarios:

Kena Siu dijo...

mmmm si sabe bailar quebradita y banda, yo tambien le habria dado muuuchos puntos jeje
De casualidad sabes cuantos episodios van a hacer?? = )
Ya estoy picada como con el Dr. House.

Nayid dijo...

Como me cala cuando me pisan x(
Y a ti te gusto que el tipo se interesara por ti?
Ya la siguiente parte =D
Besos.

dianarl dijo...

ya quiero saber como conociste a Mr. D yaaaaaaaaaaaaaaaa no nos la hagas de emocion andaleeeeeeee